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La buena marcha del filial será sometida a examen por parte de un Lleida que acaba de recuperar parte de la categoría de la que dispuso antaño. Los baleares, con siete partidos sin perder a sus espaldas, van camino de escapar definitivamente del agujero del grupo III, pero la visita del líder genera desconfianza y todo queda a expensas de lo que pueda ofrecer el grupo isleño en una confrontación determinante (Lluis Sitjar, esta tarde, 17 horas).

Toni Cazorla, consciente de la importancia que acarrea el partido, ha citado para la ocasión a todos sus hombres disponibles y presentará un once similar al de las últimas semanas para destronar al equipo de la Terra Ferma. El técnico no podrá contar sin embargo con la presencia de Àlvaro Zazo, que tras recibir una doble amonestación en la última jornada deberá seguir el partido desde la grada. Además, el filial arrastra la baja por lesión de Luis Miguel Aguado y deberá recurrir a su segundo portero, el argentino Mauro Astrada, para suplir la ausencia de Moyà, en Barcelona con el primer equipo.

Aún así, el entrenador deberá despejar varias dudas ya que jugadores como Souaidy y Víctor permanecen entre algodones y hasta la hora del partido su concurso permanecerá entre interrogantes.

El Lleida por su parte, disfruta de un primer puesto que no pisaba desde hace cuatro años y no está dispuesto a descuidarlo. El conjunto catalán que dirige Miguel Rubio llegó ayer a la Isla y vela armas de cara al partido. El entrenador catalán podrá contar finalmente con Pelegrí, lesionado el pasado fin de semana y con su compañero Crusat, que se ha reestablecido ya de una rotura fibrilar que le había alejado de la actividad. Los catalanes, que están implicados en una exitosa dinámica, sólo han doblado la rodilla en una ocasión durante las últimas ocho jornadas.

El valenciano Soriano Martínez dirigirá un choque en el que los isleños intentarán superar una negativa estadística: el filial no ha ganado nunca al Lleida en Palma.