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En un día repleto de lágrimas, el Mallorca contempló cómo su aventura europea alcanzaba su epílogo. El mismo día en que la tragedia fue protagonista, la escuadra balear observó cómo sus problemas y defectos domésticos también se extrapolaban a la competición continental. El Newcastle, un equipo con mucho músculo pero con menos talento, optimizó los errores de su adversario para pasarle por encima e inclinar la eliminatoria de forma contundente (4-1).

Todo se vino abajo en el segundo acto, paradójicamente, después de que el Mallorca cobrara ventaja en el marcador y Luis moviera piezas (Marcos por Colsa y Finidi por Correa). La respuesta del Newcastle fue contundente. Bellamy encontró la llave y después la paliza resultó dolorosa. Un par de despistes defensivos y un par de errores de Franco sembraron el pánico en el área balear. El Mallorca recibió cuatro goles en poco más de diecisiete minutos, una exageración que delata la fragilidad de su discurso. Primero Bellamy, después Shearer; O'Brien de falta directa y el defensa central Bramble, que libre de marca en el área pequeña remató de forma acrobática, sellaron una derrota contundente y difícilmente previsible en el primer acto, donde el Mallorca ofreció su mejor versión.

Como antídoto al fútbol directo de su adversario, la propuesta balear pasó por proteger el balón. Lo tuvo casi siempre el Mallorca, que lo manejó con solvencia hasta que tuvo que profundizar. Shay Given observó en numerosas ocasiones cómo Etoo, Correa y Campano merodeaban por su área, pero de ahí no pasó la cosa. No obstante, con el esférico en su poder, el Newcastle quedó prácticamente desarmado. El vigor de su fútbol perdió casi todo su efecto cuando el Mallorca empezó a trazar líneas. Sólo alguna carrera de Bellamy y un golpe franco ejecutado por O'Brien inquietaron de forma seriosa. Pero todo cambió tras el descanso. Mantuvo el Mallorca su plan, incluso obtuvo un gol después de que Samuel Etoo cazara un balón en el centro del campo.

Trianguló con Campano y su potente disparo impactó en el travesaño, aunque Correa, atento, acabó mandando el balón a la red. Con desventaja en el marcador, el Newcastle siguió haciendo lo mismo, pero esta vez detectó varias fugas y no desaprovechó la ocasión. Los golpes en la cara llegaron uno después de otro y con rapidez. El Mallorca quedó atónito, sin capacidad de respuesta. El día en que la UEFA dejó patente su falta de sensibilidad, el Mallorca se despidió de Europa de mala manera. El día en que nunca se debía haber jugado al fútbol, el Mallorca recibió una paliza tremenda en Newcastle.