Samuel Etoo señala al cielo en la celebración de un gol durante el partido disputado ayer en el Santiago Bernabéu. Foto: FÉLIX ORDÓÑEZ

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Samuel Etoo volvió a aparecer. Como siempre, cuando el Mallorca más le necesitaba. Lo hizo en la final de Copa, y ahora lo ha hecho cuando el grupo de Luis Aragonés se jugaba algo muy importante: la permanencia. El delantero internacional camerunés tomó el Bernabéu en un partido memorable y sus dos goles permitieron al Mallorca conseguir otra victoria insultante en el recinto madridista. Cuatro años después, el Mallorca sigue sin perder en Chamartín, donde parece encontrarse especialmente cómodo y donde se está forjando una leyenda. Anoche ofreció todo un recital con aroma a salvación y, de paso, echó al Real Madrid de la lucha por el título.

Eso mejoró el aspecto del Real Madrid, pero no empeoró el del Mallorca, que confiaba en alguna otra gran zancada de Etoo. Y el delantero volvió a aparecer; agarró un balón en el centro del campo, miró a los ojos de los dos centrales y dibujó un eslálom perfecto. El balón acabó en la red y la grada estalló en aplausos. Eso no fue todo, porque el Mallorca tuvo fuerzas para marcar el tercero antes del descanso. Campano ejecutó de forma magistral un golpe franco y el Mallorca se metía en la mochila gran parte de la permanencia.

La estrella mallorquinista tardó apenas diez minutos en atizar al Madrid, más preocupado en no irritar a su hinchada con algunas pérdida absurda de balón que en encimar al camerunés, que campó a sus anchas por el partido. A la primera que pudo desafió la velocidad de Raúl Bravo y tras una carrera eterna levantó el cuero ante la salida de Iker Casillas. Eso le permitió al conjunto rojillo tener la puesta en escena perfecta por el partido, porque el equipo de Queiroz empezó a sentirse frágil. Sin embargo, una jugada de estrategia equilibró el encuentro. Beckham dispuso un balón desde la esquina derecha y Pavón encontró una fuga entre la poblada defensa del Mallorca (minuto 17).

Con todo, el cuadro madridista tuvo fuerzas para acercarse nuevamente. Fue tras un liviano penalti de Delibasic sobre Figo, que el portugués ejecutó a poco del arranque del segundo tiempo. Fue entonces cuando peor lo pasó el equipo de Luis Aragonés, que empezó a sentirse débil en cada acometida del Madrid. Raúl estuvo cerca del empate y a Ronaldo le anularon un gol por acomodarse el balón con la mano. Los blancos llamaban a la puerta, pero el tercer gol no llegaba.

Etoo estaba fundido y el Mallorca apenas se sentía con fuerzas para ir hacia adelante. Pero el grupo de Queiroz no iba sobrado de talento. Luis puso a Nadal como tercer central y trató de que el equipo se marchara indemde de Chamartín. Y sucedió, porque todo coincidió con las prisas de los blancos y con los nervios de la afición.