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Miguel Luengo|PARÍS
Esta vez no hubo milagro para el español Juan Carlos Ferrero, y un jugador ruso, Igor Andreev, criado tenísticamente en Valencia, le apeó en la segunda ronda de Roland Garros al vencerle por 6-4, 6-2 y 6-3. La falta de encuentros en tierra batida, pues sólo ha disputado nueve en mes y medio, y la ausencia de ritmo, hundieron al español, que además se lesionó en el abductor izquierdo al comienzo del tercer set y terminó con calambres. Todo esto catapultó a Andreev para conseguir el mejor resultado de su carrera, y en su primera participación en este Grand Slam.

Ferrero saltó a la pista central con una gran faja protectora, y por precaución, vendado en el abductor que luego se lesionaría, pero nunca se sintió cómodo en las dos horas y dos minutos del encuentro. Sus golpes no encontraban las líneas, y por contra, o bien llegaba tarde a los de Andreev o terminaba sacrificado por la rápida derecha cruzada del ruso. Intentó forzar con el saque, a pesar de su lesión en las costillas y tampoco obtuvo resultado. Estaba perdido.

Para colmo, en el comienzo de la tercera manga, Ferrero sintió un pinchazo en el muslo izquierdo y ahí se acabó su historia. Aunque hubo seis rupturas consecutivas en ese set, el valenciano estaba condenado, sin poder desplazarse, mientras que Andreev veía fácil el triunfo. «En condiciones normales, creo que le puedo hacer partido perfectamente, y poder ganarle», dijo Ferrero, que de nuevo y como le sucedió antes del partido contra Tommy Haas recibió varias inyecciones de anestésico para saltar a la pista.