Hicieron falta treinta horas y dieciséis segundos de puro
baloncesto para que el Pla de Na Tesa regresara al Libro Guinness
de los récords como protagonista del partido más largo de todos los
tiempos. Veinte actas completas sirvieron para cerrar un marcador
de 3.089 a 3.000 favorable al Maniacs Pla, que hizo sufrir al Drac
Pla para lograr redondear la faena.
Pasadas las seis de la tarde del viernes, el crono echó a rodar,
y pese a que a lo largo del sábado el cansancio hizo mella, se
completó la gesta y cuando ya se había entrado en la madrugada del
domingo, el Pla regresaba a la leyenda de la mano de veinticuatro
jugadores, ocho entrenadores, trece árbitros y nueve auxiliares de
mesa, además del empuje de Àngel Molinero, Tomeu Munar y sus
colaboradores.
El único percance fue el esguince de codo sufrido por Julián
Moreno. Lo demás, los típicos calambres y las molestias que el paso
de las horas pueblan los cuerpos de los deportistas. El Colegio
Oficial de Fisioterapeutas puso remedio a todos estos males al
mismo ritmo al que se agotaban los 1.800 litros de líquido
dispuestos para mantener el tipo. El registro de 26 horas del 19 de
junio de 1993 quedaba lejos.
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