Son Moix desprende aroma a partido grande. Un público entregado, el
mejor Barça desde eDream Team, varios de los mejores jugadores del
mundo... y el morbo añadido de ver a Samuel Etoo con la camiseta
azulgrana en su casa. Así se presenta el Mallorca-Barça de esta
tarde en la quinta entrega del curso. El insulso empate a nada del
pasado miércoles en Albacete, con un Mallorca timorato y ramplón,
no ha enfriado los ánimos de una grada que estará a la altura del
partido. Sólo 23.000 privilegiados podrán saborear en vivo un duelo
que ha levantado una enorme expectación mediática en la Isla.
Hace una semana, el Mallorca hubiera encarado el encuentro con
el depósito de confianza a buen nivel. La derrota inicial ante el
Real Madrid se había suturado en Getafe con una exhibición de
pegada. Pero la derrota del pasado domingo ante el Málaga, la
segunda en casa, y el empate del miércoles en el Carlos Belmonte
han destapado el tarro de las dudas, una palabra que no acaba de
enterrarse desde la llegada de Benito Floro.
Pese a todo, el Mallorca afronta al choque dispuesto a
entrometerse en la carrera del colíder. El Barcelona se ha
instalado en la azotea de la Liga con un fútbol de seda. Frank
Rijkaard ha construido una réplica perfecta de aquel equipo que
encandiló en los 90 con Johan Cruyff en el banquillo.
Combinaciones, paredes, caños, cabriolas, regates,
triangulaciones... todo cabe en un Barça cargado de recursos. Su
variedad es sideral. Si Ronaldinho está en las tinieblas, Etoo
enciende la luz; si Deco camina por el desierto, Xavi aparece con
la cantimplora; si a Iniesta no le sale nada, aparece Gio con la
pólvora o los guantes de Víctor Valdés...
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