Después de haber encajado un sólo tanto en más de 540 minutos de
juego, las pretensiones del Ferriolense se han reactivado. El
histórico club palmesano de Tercera división ha vuelto a la primera
línea de batalla tras fortalecer los cimientos de su plantilla y se
ha mostrado como uno de los bloques más sólidos del grupo balear,
además de ser uno de los menos goleados a nivel nacional.
Contabilizando los resultados de 17 de los 18 grupos que componen
la Tercera división española -no se tiene en cuenta el recién
estrenado grupo riojano porque empezó a competir la pasada semana-
sólo otros tres equipos presentan los mismos digitos. Son el Eibar
B, el Àguilas murciano y el Villanovense extremeño, que tras haber
jugado idéntico número de encuentros se encuentran en la misma
situación.
El equipo que dirige Juan Manuel Darder es el quinto clasificado
después de que hayan transcurrido seis jornadas y se ha convertido
ya en uno de los rivales más incómodos del torneo insular gracias a
la seguridad que transmite su línea defensiva. Eso le ha permitido
ganar terreno con autoridad y consolidar su estructura con el
avance del calendario, que le someterá a una serie de pruebas muy
exigentes a partir del próximo domingo, en el que se enfrentará al
Sóller de Miquel Bestard.
Los números del Ferriolense han empezado a destacar en todo el
país, ya que hasta el momento muy pocos clubes han sido capaces de
blindar su portería como lo han hecho en la barriada palmesana.
Buena parte de ese éxito reside en los guantes del encargado de
custodiar el área azulona, el cancerbero Juanjo. El portero es a
día de hoy el menos goleado del campeonato con un diferencia
notable sobre el resto de guardametas que actúan en el grupo.
Asegura un promedio de 0'16 goles encajados por encuentro y se
instala en un punto inalcanzable para el resto.
Vicente (Eivissa, 4 tantos recibidos) y Paco (Playas de Calvià,
5) le persiguen en esta particular clasificación parcial.
Más allá de las actuaciones personales, en los buenos resultados
del cuadro de Son Ferriol prima indiscutiblemente el trabajo
colectivo que realiza el grupo de Darder y sobre todo su línea más
retrasada en el terreno de juego, que merecidamente se ha ganado la
mayoría de los elogios que se han derivado de la temporada.
Esa gran combinación responde al trabajo desempeñado por el
cuerpo técnico desde la temporada anterior. No en vano, el
Ferriolense dejó de ser filial del Real Mallorca en 2003 y después
de un año de transición en el que sacó adelante el ejercicio de
manera más que aceptable, ha vuelto a colarse entre la elite del
archipiélago.
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