Dos semanas de aislamiento culminan hoy con un partido marcado por
el juicio de la grada a Benito Floro. El entrenador del Mallorca se
ha sentido acorralado y ha pasado al contraataque. Ha intentado
amortiguar el irregular comienzo con el argumento de las
estadísticas, pero en su andanada dialéctica también quiso llevarse
a algún sector de la prensa por delante porque, según él, no es
sensible a las circunstancias del equipo. La tensión se acumula en
un duelo que, dependiendo del resultado, puede suponer un punto de
inflexión en la trayectoria mallorquina (17.00 horas, Son
Moix).
Floro estaba en el camino de la renovación en la segunda
quincena de septiembre y ahora, por esas cosas del fútbol, está en
la cuerda floja. Nadie admite que sea así, pero todo el mundo es
consciente de que una nueva derrota ante el Villarreal en Son Moix
-el equipo ha perdido sus tres partidos en casa- llevaría implícita
una seria amenaza para el técnico asturiano. Los gestores
justificaban en el trabajo serio y la honradez de Floro su oferta
para ampliarle el contrato, pero la realidad es que, en el fútbol,
la única virtud que garantiza la continuidad es lograr buenos
resultados. Y la planta noble de la entidad no es ajena a esa
verdad eterna...
El partido ante el Villarreal llega en un momento delicado. En
el equipo de Manuel Pellegrini se vislumbra una tibia línea
ascendente, después de firmar su primer triunfo en la última cita y
de sufrir una sola derrota en las cinco últimas jornadas, y su
sensación es de haberse despertado tras su periplo continental.
Esubmarino amarillo se presenta en Palma dispuesto a echar sal a la
herida. Algunos de sus futbolistas llegan con ánimo de revancha
después de que Floro diera un portazo la pasada temporada en el
Villarreal aduciendo la falta de implicación de la caseta...
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