TW
0
España 2
Italia 1

ESPAÑA: Luis Amado, Julio, Orol, Javi Rodríguez y Marcelo.

También jugaron Limones, Kike, Serrejón, Andreu y Torras.

ITALIA: Feller, Montovanelli, Zafiro, Bertoni y Zanetti.

También jugaron Morgado, Grana, Fabiano, Foglia y Bacaro.

Àrbitro: Juan Carlos Sciancalepore (Argentina). Amonestó a los españoles Orol y Javi Rodríguez.

Goles:
1-0, minuto 24, Kike.
2-0, minuto 30, Marcelo.
2-1, minuto 40, Zanetti.

Efe|TAIPEI

La selección española se proclamó campeona del mundo por segunda vez tras derrotar a Italia (2-0) en una final en la que dejó claro que es la mejor del mundo, sin dudas, sin paliativos y demostrando que son los amos de este deporte en el planeta. La final fue todo un recital de juego, disposición táctica y calidad, aderezado con dos golazos. España tiene un deporte de equipo en el que no hay excusas. No hay arbitrajes que nos dejen fuera. Ni el terreno en mal estado, ni presión ni manos negras. Salen, ganan y se vuelven con el título.

Enfrente estaba un equipo durísimo. Debe de ser la camiseta italiana porque, sea el deporte que sea y los jugadores que la vistan, todos juegan igual. El patrón de juego es idéntico. Y eso que en fútbol sala, salvo un jugador (Zafiro), el resto son brasileños. España estaba en otra cosa. Salió a por todas, dolida por el encuentro de la segunda fase. Sabedora de que era mejor, tuvo la posesión del balón durante la primera mitad y fue la única que se fue hacia la meta contraria. Lozano tenía bien estudiado el encuentro. Italia le iba a dar el balón para buscar el contragolpe. A los españoles les bastaba con no cometer errores en defensa para asegurar el cero a cero.

Pero si Italia hace algo bien es defender. Con la mayor parte del juego en territorio transalpino, España sólo tuvo una ocasión clara de gol en la primera mitad por mediación de Kike pero, a bocajarro, estampó el balón en el larguero con Feller en el suelo. Los italianos parecían estar jugando el VI Naciones de rugby. Patada a seguir y a que hubiera fortuna en forma de un rechace. Así lo hicieron en la segunda fase y les fue muy bien. Tanto, que de los tres tantos, dos fueron en propia puerta. Por eso en todos los saques de esquina y faltas buscaban lo mismo, aunque esta vez no les fue bien.

Pero había un jugador por encima del resto que estaba especialmente motivado. Lo estaba porque fue el único en fallar en tanda de penaltis contra Brasil en semifinales y porque, según confesó, pasó los peores cinco minutos de su vida. Y también porque no estaba al nivel que de él se puede esperar. Ése era Kike. Fue el primero en avisar y a los 24 minutos anotó el 1-0 para España. Fue un gol de rabia, que se coló en la meta de Feller. Lo gritó con ansia, pero rápidamente fue el primero en pedir calma. El gol sacó del partido a Italia. Tenían que jugar para empatar y no están acostumbrados. Tanto que dejaron huecos y Marcelo sentenció. Un golazo, regateando al portero con un sombrero y marcando a placer. Era el triunfo de la calidad.