El plantel del Mallorca muestra su apoyo a La Sonrisa Médica.

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Son Moix se ha convertido en el hogar del visitante, en un terreno abonado a la variante, en un paraíso para el adversario. Desde que el Celta de Vigo capturó los tres puntos del estadio en el amanecer de 2004, allá por el 10 de enero, el Real Mallorca ha sufrido un auténtico calvario ante su hinchada en el presente año, los peores doce meses de su corta historia, que concluirán el próximo domingo con el Club Atlético Osasuna como invitado de excepción. Antes de ese epílogo, la tarjeta que dejará el grupo balear en su anuario está rellena de números rojos. Ninguno de los cuatro entrenadores que han desfilado por el banquillo en el presente curso natural (Luis Aragonés, Benito Floro, Tomeu Llompart y Héctor Cúper) han podido encontrar la salida del laberinto, de la calle sin salida en que se ha convertido este año Son Moix. Numéricamente hablando, 2004 pasará al anecdotario de la entidad como el cuarto año con más partidos disputados en casa. En 2001 (28 partidos), 2003 (26) y 2000 (21) el equipo balear jugó más duelos que en el presente año.

10 derrotas. El Mallorca despedirá el peor año de su Historia en el Camí dels Reis, un 2004 maldito que presenta un bagaje desolador: cuatro victorias, cinco empates y ¡10 derrotas!. La sangría adquiere tintes dramáticas cuando, en un solo año, el equipo ha dejado escapar de Son Moix la friolera de ¡40 puntos!, casi el equivalente a una permanencia en Primera División... El equipo isleño ha sumado menos puntos que partidos disputados (17 puntos en 19 partidos) una cifra sonrojante que arroja un paupérrimo 29% de los puntos disputados en casa y que deja este año como el peor desde la inauguración del estadio en agosto de 1999.

Peor que en 2002. Hasta ahora, el registro negativo se localizaba en el año 2002, cuando el grupo balear sólo fue capaz de ganar 7 partidos. La mejor añada, en cambio, llegó en 2001, cuando el Mallorca capturó 57 puntos, merced a sus 17 triunfos y sus seis empates. Sólo perdió cinco partidos, la mitad que en este aciago 2004, aunque una dosis notable de esos resultados corresponden al primer semestre de ese año, cuando el Mallorca rubricó la mejor campaña en Primera con Luis Aragonés en el banquillo.

Sexto año. El Mallorca está a punto de cerrar su sexto año desde que hizo la mudanza y cerró la puerta del estadio Lluís Sitjar. Instalado en Son Moix en el verano de 1999, el grupo balear llegó a final de ese año con un balance notable: ocho victorias, cuatro empates y sólo una derrota, precisamente en su debut oficial en su nueva casa (1-2 ante el Real Madrid). En los doce meses siguientes (año 2000), el Mallorca comenzó a titubear ante su público. Perdió seis de los 21 partidos disputados, tres de ellos de forma consecutiva, que estuvieron a punto de costarle el cargo a Fernando Vázquez. En el 2001, el Mallorca batió su récord, con la friolera de 28 encuentros en casa, de los cuales ganó 17, empató 6 y perdió sólo 5. Al año siguiente, el equipo flaqueó y no pudo sumar ni el 50% de los puntos. Perdió más partidos (8) de los que ganó (7). En 2003, el Mallorca completó una aceptable campaña como local, con 11 triunfos, 9 empates y seis derrotas.

Invierno negro. El presente año ya comenzó torcido para las huestes dirigidas entonces por Luis Aragonés. El Mallorca, que había despedido 2003 con una derrota en casa ante el Real Madrid (1-3), encadenó tres meses sin alzar los brazos en Palma. El Celta fue el primero en descubrir las carencias (2-4) de un grupo que caminaba como un funambulista por el alambre de la Liga. Racing, Athletic de Bilbao, Albacete y Atlético de Madrid, en el torneo doméstico, y el Spartak de Moscú en la UEFA hurgaron en las miserias mallorquinas en Son Moix.

Siete sin ganar. El curso avanzaba y el Mallorca completaba la peor racha de su Historia en Son Moix, una marca tiznada de negro. Los capítulos se archivaban y el grupo balear seguía sin dar una alegría. Hasta que llegó el Deportivo. El equipo gallego sacó a relucir ese extraño mal que le persigue cada vez que visita Son Moix y desnudó de nuevo sus carencias. Por fin, tres meses y una semanas después, la victoria se paseaba por Camí dels Reis. El Mallorca tumbó al conjunto de Irureta (4-2) con goles de Etoo, Ramis, Perera y Correa.

Adiós a Europa. La siguiente cita en Son Moix desembocó en la despedida continental. En un estadio con más ingleses que mallorquines, el Mallorca paseó su tristeza y fue vapuleado por un Newcastle que se presentaba en la isla de vacaciones y con una renta notable (4-1). Tras un primer tiempo sin ocasiones, el conjunto inglés acabó con cualquier atisbo de reacción en el segundo tiempo, con dos goles del eterno Shearer y otro de Bellamy, que acabaron con la trayectoria continental del Mallorca.

Un buen epílogo. El Mallorca maquilló su mal primer semestre del año en casa -sólo una victoria- con dos triunfos consecutivos en Son Moix que le permitieron alejar los fantasmas del descenso y despedir la temporada dignamente. La primera alegría llegó de la mano de Samuel Etoo. El camerunés, que ese día ofrecía a la afición el Balón de Oro africano, completó una actuación sublime con los dos goles del triunfo (2-1) ante el Málaga. Y para cerrar el torneo, el Mallorca apelo a la heroica para darle la vuelta a una cita que tenía perdida a la media hora por los dos goles de Raúl Tamudo. Pero Etoo se puso las pilas. No pudo marcar en sus despedida de la afición mallorquinista, pero dio los cuatro goles. Uno tras otro. Perera, en dos ocasiones, Colsa y Bruggink elevaron al electrónico la magia de Samuel Etoo y firmaron el mejor epílogo posible.

Debut amargo. La llegada del verano alteró el rictus del vestuario. La operación renove provocó el intercambio de cromos y la marcha del jugador franquicia: Samuel Etoo. El traspaso del camerunés al Barcelona, confirmado a comienzos de agosto, obligó al club a un cambio de estrategia. El debut ante el Real Madrid fue todo un presagio. El Mallorca perdonó en un par de llegadas y el equipo blanco sentenció con un gol de Ronaldo a pase del debutante Beckham. En las siguientes entregas, ante Málaga y Barcelona, se repitió la historia. La pañolada tras el empate ante el Villarreal (1-1) sentenció a Floro.

Ni con Llompart. El relevo en el banquillo no alteró la dinámica. El Racing de Santander también capturó los tres puntos ante un Mallorca sin suerte en el remate.

Llega Cúper. El 14 de noviembre, ante el Atlético de Madrid, Héctor Cúper se estrenaba en el banquillo local de Son Moix. Un golazo de Arango enseñó el camino del triunfo hasta que apareció la coronilla de Colsa para empatar. Y hace diez días, ante el Numancia, el grupo balear truncó una racha de seis jornadas sin ganar y se reencontró con la victoria tras una remontada de lujo. Tres goles en siete minutos voltearon el 0-2 inicial.