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La estancia de Patrick Müller (Ginebra, 1976) en Mallorca va camino de resultar efímera. El central suizo, que se embarcó el pasado verano en la nave rojilla como una de las grandes estrellas del nuevo proyecto, podría emprender en breve el camino de vuelta y dejar el club entre la más absoluta indiferencia. Después de amontonar seis participaciones en la Liga y que su rendimiento pasara desapercibido, el jugador ha decidido buscar una salida a su situación con el visto bueno del club y eso pasa unicamente por acordar la baja del central. El suizo se está agarrando además estos días a la falta de adaptación que le afectan a él y a su familia y pretende regresar a un entorno más propicio para recuperar su mejor nivel de juego.

El fichaje de Müller se asociaba, poco después de concretarse, a una de las operaciones más positivas de la SAD balear en el marco de las últimas temporadas. El futbolista llegaba para sellar las grietas que descubrían el corazón de la defensa rojilla y lo hacía además avalado por un palmarés adornado de datos relevantes. Sus títulos en Francia con el Olympique de Lyon, su experiencia en una competición tan selectiva como la Champions League o su presencia en la última Eurocopa enfundado en la camiseta suiza no hacían más que fortalecer los argumentos del Mallorca. En los despachos de Son Moix podían presumir además de haberse hecho con el futbolista sin coste alguno, ya que su compromiso en Lyon expiraba a finales del último ejercicio y era totalemente libre para elegir su nuevo punto de destino.

Sólo un par de meses después de cruzar por primera vez las puertas del vestuario mallorquinista, toda su grandeza se ha venido abajo y su peso específico en el plantel poco tiene que ver con el del resto de compañeros. Le cuesta desenvolverse con soltura, se comunica con dificultades y pese a que había firmado un contrato para las tres próximas temporadas, su marcha parece más próxima que nunca.

Müller se estrenó en Son Moix durante el primer partido ante el Madrid y ahí empezó a fallarle la suerte. Salió rapidamente del once, se quedó sin la continuidad que anhelaba y empezó a ser un fijo del banquillo. A eso se sumaron las lesiones, los cambios de técnico y los resultados negativos, porque el equipo nunca ha ganado en los enfrentamientos en los que ha participado el helvético (Madrid, Albacete, Barcelona, Villarreal, Real Sociedad y Osasuna).

Este paso en falso del jugador en España vuelve a suponer un borrón en el historial del defensa, que sigue sin triunfar en las ligas más competitivas del viejo continente. Lo intentó primero en Italia, adonde llegó a través de la Juventus después de despuntar durante cuatro temporadas en el Servette, y volvió a plantearse el desafío tras cerrar su etapa más brillante en Francia. En la serie A su experiencia fue más triste que en España, ya que no llegó ni tan siquiera a debutar como blanquinegro y abandonó Delle Alpi en pleno ejercicio. Ahora vuelve a sufrir la soledad del futbolista y necesita un golpe de efecto para reconducir su carrera. En Suiza y en Francia ya le esperan.