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El nuevo año no ha mejorado ni el aspecto del Mallorca ni las sensaciones de la grada. Tal y como delataba la estadística, el cuadro balear se muestra incapaz de ganar en los encuentros que suceden al parón navideño y ayer volvió a refrendarlo con un empate que no deja satisfecho a nadie y que agudiza el pesimismo de los más seguidores exigentes. Al menos en esta ocasión, la afición rojilla pudo disfrutar de algunas cosas interesantes y vibró con el estreno sobre el campo de Yoshito Okubo, que después de todo el revuelo que había generado, acabó convirtiéndose en el héroe de la tarde. El japonés, que monopolizaba casi todos los comentarios de la grada y que fue seguido con lupa por los espectadores, acreditó que tiene mucha confianza en su juego y se metió en el bolsillo al mallorquinismo en su puesta de largo.

A la hora de acudir al campo, la afición respondió mejor que en otras ocasiones pero la fría tarde palmesana tampoco ayudó demasiado. Eso sí, los que se desplazaban a Son Moix lo hacían esperanzados por la reestructuración de la plantilla que intenta llevar a cabo la entidad y muy motivados después de un parón que había alejado el fútbol de elite de la Isla durante las últimas semanas.

Por primera vez irrumpieron los motivos japoneses en las gradas del estadio. Además de la masiva presencia de medios de comunicación nipones -había más de medio centenar periodistas de ese país acreditados-, se observaron entre el público mensajes de apoyo al delantero y la grada coreó sus primeras intervenciones de forma muy especial. Quizá por eso el jugador se animó y trató de recompensar a la hinchada con cada uno de sus movimientos.

Visitas ilustres
El morbo de la jornada pasaba por el regreso a Palma de una legión de ex mallorquinistas que encabezaban Luque y Diego Tristán. Todos ellos fueron recibidos con frialdad y acabaron siendo silbados por los aficionados, que no les perdonaron algunos de sus gestos sobre el tapete. La masa social bermellona no suele pasar por alto determinadas actuaciones y se lo hizo saber a los futbolistas expresándoles su desacuerdo.

Antes de que el balón se pusiera en marcha hizo acto de aparición en el palco de Son Moix el ex entrenador del Mallorca y actual selecionador español, Luis Aragonés, que quiso comprobar in situ el rendimiento de algunos de los futbolistas que están en su agenda. El técnico había estado la noche anterior en Mestalla presenciando el clásico valenciano y se desplazó en la misma jornada de ayer a Ciutat. Accedió a la zona noble poco antes de las cinco de la tarde y recibió los tímidos aplausos de quienes se percataron de su presencia. Posteriormente siguió el partido junto a Pep Bonet y Toni Calafat y seguro que tomó buena nota de lo que vió sobre el campo. Se trata de su primera visita al estadio como el técnico de la selección y probablemente tampoco será la última que lleve a cabo.

Una vez dentro del partido, el juego volvió a absorberlo todo y a la afición le costó divertirse. Sólo los detalles de Okubo y el interés que despertaba la alineación de Gonzalo de los Santos aligeraban el partido de plomo.

Después del descanso llegaron los goles y casi todas las emociones que les acompañan. Primero golpeó el Deportivo y el público se puso en lo peor, aunque antes se cebó con Luque, que celebró su diana con su tradicional gesto torero. La grada la tomó con él y se agarró después al tanto de Luis García para no caer en el desánimo. Para su desgracia, el mismo Luque hizo más grande la herida y acentuó su divorcio con la hinchada con su segundo gol de la tarde.

El Mallorca no mejoró, pero conservaba en su recámara la bala de Okubo y esta acabó siendo determinante. El nipón abrió su cuenta goleadora en España de forma insólita -de cabeza y entre una nube de defensas- y recogió los buenos deseos del mallorquinismo para 2005. Ahora sólo falta algo de continuidad.