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Estaba cantado que el primer ciclista que atravesara la línea de meta ubicada ante el Auditórium iba a ser un peso pesado. En la lista de salida, los nombres de Isaac Gálvez, Erik Zabel, Paolo Bettini, Àngel Edo o Óscar Freire hacían soñar con una llegada de mucho quilates. Pero pocos contaban con Vicenç Reynés. La estela de Gálvez esconde a un corredor completo en las llegadas y que ayer reivindicó un lugar entre los mejores. El Passeig Marítim recuperó el sonido de los cambios, el rugir del pelotón tras un largo y movido invierno. El recorrido era el habitual, de la misma manera que el desenlace que se avecinaba tras 82'5 kilómetros de llano y reservados para los equipos con esprinters en sus filas. Salvo Joan Horrach y Miguel Àngel Cerrillo, el resto de la amplia delegación mallorquina cumplió con su cita anual. El protocolario corte de cinta adquiría un valor especial en 2005. No sólo daba inicio la temporada europea; el UCI ProTour va adquiriendo forma y con ello, la nueva era en el mundo del pedal. La Challenge, y más concretamente su primera jornada, sirve de puesta de largo para los nuevos proyectos, para los recién nacidos y para los fichajes estelares que el invierno deja atrás. Àngel Casero, Alejandro Valverde, Martín Perdiguero... Y los Spiuk, Orbea y demás fueron objetivo de los fotógrafos y reporteros gráficos.

Pero en este brillante escaparate que supone la ronda balear le tocó tomar el relevo del protagonismo a la carrera en sí. Una de las jornadas más movidas que recuerda la Challenge en su estreno, pues pese a que los inicios estuvieron marcados por la elevada velocidad que imprimió el gran grupo, fue en el kilómetro 24 cuando cuajó un intento de escapada que con el paso de los minutos adquirió seriedad. Luis Pérez, Antonio Olmo, Alberto Benítez -que debutó con el liderato de los esprints especiales- e incluso Miquel Alzamora se dejaron ver e hicieron rodar la maquinaria de los equipos interesados en la victoria final. Las ventajas se aproximaron al minuto de media, pese a que el Illes Balears y el Rabobank pisaban el acelerador conscientes de que no podían dejar pasar la oportunidad. Gálvez y Freire, com si de una premonición de tratara, comenzaban a meterse en el grupo de cabeza para controlar cualquier escarceo no autorizado. Al T-Mobile también se le veía, pero los hombres de Unzúe y Maasen pisaban el acelerador ante la sorpresa de un pelotón poco acostumbrado a las altas velocidades cuando apenas llevaban veinte kilómetros en sus piernas.

Podía parecer demasiado pronto, pero lo que había en juego merecía el esfuerzo. Con la carrera completamente lanzada, Koldo Fernández (Euskaltel-Euskadi) y Joaquín Soler (Catalunya-Àngel Mir) se fueron por los suelos y sus clavículas fueron las peor paradas. Tuvieron que abandonar la carrera, que notará especialmente la ausencia del primero, uno de los grandes animadores de la pasada edición. Con el Illes Balears en plena labor de desgaste, sabiendo que corre en casa y se juega mucho en la Challenge, comenzó la cuenta atrás para la finalización de la fuga, cuyos integrantes fueron perdiendo gas a medida que el gran grupo iba arañanado segundos en el crono y las vueltas iban transcurriendo con un grupo de cabeza que rebajaba el ritmo ante la superioridad de los más de cien ciclistas que querían frustrar la aventura de estos protagonistas de la jornada. Los últimos diez kilómetros sirvieron para reagrupar al pelotón, devolver la normalidad a la carrera y comenzar a planificar las estrategias cara al desenlace, que se podía adivinar, aunque lo que quedaba por perfilar era el nombre del vencedor, el primero en alzar los brazos en 2005.