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Salvador Crespo se ha propuesto que el karate kyokushinkai ocupe un lugar destacado en el mapa deportivo balear. Esta especialidad comienza a adquirir fuerza gracias a la labor que el delegado de la Federación Española desarrolla en el Gimnasio Olímpic, su centro de operaciones. El Campeonato de España es el mejor escaparate para conocer la evolución de sus pupilos. La cita será el cinco de marzo, y el escenario Barcelona. Hasta allí se desplazarán las tres esperanzas en las que se concentran los esfuerzos de este deporte. Ignacio García, en menos de 70 kilos; Aitor Alonso, en el mismo peso y con la responsabilidad de defender o mejorar la plata de 2004, y Adil Harras, vivirán una nueva experiencia, pero con el mismo objetivo. Porque colgarse el oro es su meta, y por ella luchan pese a no contar con ayudas, salvo las que algunos patrocinadores privado y su gimnasio les ofrecen.

El karate kyokushinkai, al k.o., es un deporte «exigente, pero no tan duro como algunos puedan pensar. Enseña algunos valores humanos que deben inculcarse en toda modalidad», explica Crespo, quien confiesa que una de sus más firmes ideas es la de crear en breve un Campeonato de Balears que permita a los deportistas tener una ocasión para medir fuerzas, pues el nacional es la única que se les presenta. «Espero que en 2006 podamos hacer realidad este sueño», añade Salvador, quien recalca que son cerca de cincuenta los federados existentes en el archipiélago, una cifra que invita a seguir trabajando. Estos se distribuyen en el gimnasio Olímpic y el Artesport de Andratx. García, Alonso y Harras llevan a cabo una completa preparación a las órdenes de Salvador Crespo. Kumite, combate, trabajo físico... Cerca de dos horas diarias para conseguir la meta del título nacional, algo que está en su mano ante el reto que encararán el próximo fin de semana en Marina Bessós (Barcelona), donde se verán las caras con Cataluña, Euskadi y Valencia, las tres potencias por excelencia en una especialidad que lucha por introducirse y romper con el prejuicio que habla del karate kyokushinkai como «una disciplina agresiva, y no es así». A expensas de que las instituciones se acuerden de ellos, siguen pagándose de su bolsillo los incontables gastos que genera querer luchar por una meta. Ignacio García, Aitor Alonso y Adil Harras lo tienen en su mano. Sólo les falta un último, el más importante esfuerzo.