El Mallorca vuelve a asomarse al balcón del infierno. La inesperada
derrota del pasado sábado en casa ante el Levante ha escocido en un
grupo que afronta las últimas rampas de la Liga con las piernas
cargadas de errores y la moral agrietada. El día después del mazazo
amaneció con una reunión entre Héctor Cúper y los once integrantes
del equipo titular, una terapia de grupo que debe servir para echar
arena en el fuego del pesimismo encendido tras las últimas
debacles. Perder en casa ante un equipo en crisis y con un estadio
abarrotado ha provocado que se enciendan todas las alarmas y que la
palabra maldita se rescate del baúl de los recuerdos. Con todas las
miradas fijadas ya en el compromiso de esta tarde en El Madrigal
(20.00 horas), el club quiere aislarse del pesimismo que rocía el
entorno y agarrarse al clavo del calendario para respirar
confianza. La actual situación -a cuatro puntos de la permanencia-
ha elevado a la máxima potencia la importancia de la cita de hoy en
Villarreal. Es un partido terminal. El inicio de la cuenta atrás,
una travesía de trece partidos en la que el Mallorca debe conseguir
al menos siete victorias para amarrar su continuidad en la elite.
No hay mucho margen para el error.
Ganar hoy en tierras levantinas supondría un balón de oxígeno
clave para afrontar con esperanzas su siguiente partido en casa,
frente a la Real Sociedad. La derrota clavaría al conjunto balear
en la zona pantanosa y rascaría en una herida abierta prácticamente
desde que se inició el torneo y que sigue sin suturarse. El
ambiente que se respiraba ayer antes de que la expedición partiera
apunta a un choque terminal, definitivo, aunque el libro del torneo
no se cierra ante el Villarreal. El Mallorca toca la puerta de su
destino. Todo está dicho. Todo está escrito. Los epítetos ya se han
agotado. Es hora de hablar en el campo, de soltar las piernas,
tomar aire y adentrarse en noventa minutos de vértigo.
La victoria podría tener efectos inmediatos. Si el grupo de
Cúper vence en Villarreal, el Albacete no gana a Osasuna y el
Racing pierde en casa ante el Atlético, se asomaría al balcón de la
permanencia, a sólo un punto del conjunto cántabro, a quien visita
dentro de diez días... Las vísperas están marcadas por las dudas
que genera la alineación. Nadie sabe si calcará el rombo de las
citas precedentes en casa o si regresará al doble pivote como en
sus últimos encuentros a domicilio; si jugará Pereyra o Farinós o
sólo De los Santos; si Arango regresará a la izquierda en perjuicio
de Tuni o si Luis García tendrá algún acompañante en ataque. Sólo
Cúper tiene la llave para abrir estas respuestas. Durante los
últimos días, el técnico argentino ha apostado por el despiste, con
ensayos a medio campo entre la teórica defensa titular y el resto
de imprescindibles mezclados.
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