El entrenador del Mallorca, Héctor Raúl Cúper, sitúa una barrera durante un reciente entrenamiento celebrado en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio. Foto: MONSERRAT

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Sin margen para el error ni tiempo para la especulación, el Mallorca se juega hoy una porción notable de su su futuro en Primera División. El triunfo le permitiría seguir agarrado al hilo que le sostiene entre la realeza. La derrota, en cambio, le deja con la soga anudada al cuello, con pie y medio en Segunda División, y con su futuro pendiente de un milagro. Así de sencillo. Así de cruel se presenta el partido de hoy (17.00 horas, Son Moix) ante el Sevilla.

Con la autoestima bajo mínimos y un par de piezas en la enfermería, el grupo de Cúper corre hacia la salvación, pero el camino está lleno de obstáculos y las caídas son frecuentes. El Mallorca no se ha manejado bien este año bajo presión y por eso el vestuario ha incidido en la importancia que tendrá la grada. En la entrada al recinto se repartirán miles de palos sonoros de color rojo y trompetas para que la afición anime a su equipo.

La cita ante el Sevilla aparece en la esquina de una semana cargada de buenas palabras, de unos días intensos de reuniones en el que Marcos Martín ha jugado un papel clave. El medio tuvo que dar un paso al frente para reunir a un vestuario agrietado. «Hay que echarle hue... y dejarse la vida si es necesario», apuntó Marcos. También hubo charla entre Cúper y sus futbolistas e incluso la zona noble de Son Moix, con Mateo Alemany y Vicenç Grande al frente, visitó las catacumbas de la Ciudad Deportiva para aportar dos remos más a la causa y navegar rumbo a la salvación.