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Xisco Cruz
Habló Cúper la pasada semana de dignidad, pero la derrota en el Calderón ha dejado al mallorquinismo con escasos argumentos para seguir creyendo en algo. Por eso la permanencia, más que algo tangible, parece ya una cuestión de fe. El Mallorca ha ido consumiendo oportunidades para engancharse a la vida de una forma voraz y ahora se encuentra con una moral enclenque y débil a falta de ocho jornadas para echar la persiana de la temporada. Además, el entorno se ha ido agotando y la hinchada anda decepcionada, resignada, metida en un proceso degenerativo imparable. Pocos piensan que la situación puede mejorar, porque al margen de la actitud o del juego del equipo están los resultados, que siguen siendo nefastos. Eso ha dejado al grupo de Cúper con la perentoria necesidad de ganar a Zaragoza y Valencia en ristra. De lo contrario, su ciclo en Primera habrá terminado de forma definitiva (Son Moix, 17.00 horas, PPV).

La cita ante el Zaragoza va a delimitar las posibilidades del Mallorca en el torneo. En parte, porque no es el equipo aragonés un rival de primer orden. Parece evidente que una derrota dejaría al conjunto isleño en una situación de coma irreversible, porque si es incapaz de tumbar al Zaragoza va a ser difícil que se atreva con el resto de equipos con los que tiene que jugarse los cuartos hasta final de curso, casi todos ellos metidos de lleno en la lucha por alcanzar Europa. Así, es casi impensable que el Mallorca vaya a atrapar siete victorias en los últimos ocho partidos. Casi tanto como creer que podrá lograr seis, las mismas que amontona en toda la temporada. Tal vez por eso todo lo que rodea al conjunto balear genera dudas a estas alturas, en la que los números denuncian que todo ha ido mal. Incluso cuando han existido conjuras para cambiarlo todo. Y es que la plantilla se esforzó para mejorar la iamgen en el Calderón, pero con eso le alcanzó para media hora. Apareció el equipo por Madrid con un once apañado de cintura para arriba y con una formación de tres centrales para tapar todas las vías de fuga. Se arremanó y se puso manos a la obra, pero a poco de abrir el segundo acto ya jugaba con uno menos y perdía 2-0. Ese suele ser el signo de los equipos que se manejan con problemas para alcanzar la permanencia. A la mínima, se derrumban. Además, el partido ante el Atlético tuvo unas consecuencias lamentables para el futuro del Mallorca. Allí, en el Manzanares, perdió a la columna vertebral de su defensa (Iuliano y Ballesteros), por lo que Cúper va a tener que echar mano de la imaginación. Por lo pronto, ha probado con De los Santos ejerciendo funciones de central, manteniendo a Pereyra en el once. Las bajas obligarán al técnico de Chabas a volver a su dibujo preferido, el 1-4-4-2. Tuni y Jorge López ejercerán por los flancos, mientras Farinós se asociará con Pereyra en el círculo central. Si nada cambia, Correa será el acompañante de Luis García. Camacho, del filial, ha entrado en la lista.

El Mallorca tendrá al otro lado al Zaragoza, un equipo que persigue de forma deseperada su ingreso en la Copa de la UEFA. No lo va a tener fácil, porque en las últimas semanas ha acusado una enorme irregularidad que le ha dejado metido en una zona de nadie. Los maños son undécimos, pero con 16 puntos más que el grupo de Cúper. Además, ha logrado puntuar en la mitad de las ocasiones que ha visitado la Isla. El terreno de juego mallorquín se le ha dado bien al Real Zaragoza, y más en las temporadas más recientes (desde la temporada 1989-90), ya que en sus últimas nueve visitas ha obtenido cuatro victorias y un empate (1-1), éste en el primer encuentro jugado en Son Moix, en la temporada 1999-2000.