Johan Cavalli posa en el Paseo Marítimo, ayer, durante la entrevista concedida a este periódico. Foto: MONSERRAT

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En pleno proceso de reformas, su nombre aparece como la primera piedra del nuevo proyecto 2005-06, una bocanada de aire fresco para oxigenar el vestuario y salir de las tinieblas. Dos meses después de entrar de puntillas en la caseta del filial y abanderar el tránsito hacia la recuperación del equipo nodriza, Johan Cavalli (Ajaccio, Córcega; 1981) se asoma al balcón del Real Mallorca con la ilusión de un recién llegado y el descaro de un profesional. Sobre ese aspecto frágil, ese físico de pelotero que recuerda aCaño Ibagaza -mide 1'70 y pesa 68 kilos-, se esconde un mediapunta zurdo de seda, habitual en la pasarela de la selección francesa en sus categorías inferiores, que en apenas una docena de partidos (4 goles) con el Mallorca B ha captado la atención de Héctor Cúper, un técnico poco amigo de mirar por el retrovisor y recurrir a las joyas de Son Bibiloni.

Nunca
imaginó Cavalli que la quinta tarjeta amarilla que vio el pasado domingo ante el Navalcarnero desembocaría en un torrente de acontecimientos, en una avalancha mediática que puede culminar mañana con su estreno en la Liga española, en el encuentro que enfrentará a Mallorca y Valencia en el estadio de Son Moix. Cúper, que no suele mostrar las cartas, dio ayer alguna pista. Primero, sobre el césped, le alineó con los teóricos titulares junto a Farinós. Después, en la sala de prensa, dejó entrever su posible debut con un lacónico «es posible».

La vida de Cavalli arranca en su Ajaccio natal. La capital de Córcega asistió a las primeras patadas de un niño que lleva el fútbol en los genes -su padre ha dirigido al Lille, en Grecia y Arabia Saudí- que a los doce años hizo las maletas y tomó un avión rumbo al Centro de Formación de Nantes, una de las canteras más selectas del fútbol galo, que ha pulido a futbolistas de la talla de Didier Deschamps. «Fue muy duro dejar a toda mi familia, pero el fútbol es mi pasión», recordaba ayer Cavalli a este periódico.

Después de cubrir esa etapa de aprendizaje, Cavalli dio el salto a la Primera División francesa. El Lorient apostó por su talento y Johan irrumpió con descaro. El 2 de febrero de 2002, en un encuentro disputado en Burdeos, ante el Girondins de Pauleta, Cavalli debutó en la máxima categoría. Esa campaña, 01-02, lloró con el descenso y sonrió con el título de la Copa de Francia'02 al derrotar en la final al Bastia, el equipo grande de su Córcega natal, tras apear en cuartos de final al Paris Saint Germain de Luis Fernández y Ronaldinho. Cavalli dispuso de algunos minutos en la final disputada en el mítico Parque de los Príncipes de París.

Internacional en más de 40 ocasiones, Cavalli ha compartido aula en las selecciones sub-16, sub-17 y sub-18 con figuras hoy contrastadas como Djibril Cissé (Liverpool) aunque su paso por el profesionalismo estancó sus progresos con los bleus.

Cavalli cambió de casa a comienzos de la pasada temporada. Cansado de jugar como lateral izquierdo, «yo soy mediapunta zurdo», Johan encontró acomodo en el US Créteil-Lusitanos, un modesto club de la periferia de París, situado al sureste, a escasos kilómetros de Dysneyland Paris, en el que explotó todo su talento. De inmediato, Cavalli se convirtió en el buque insignia del Créteil, en el jugador franquicia gracias a sus dotes para dar el último pase y en un olfato goleador notable (marcó 9 goles). Esta campaña, Cavalli llevaba una progresión similar, con 6 goles en quince encuentros, pero optó por cumplir su sueño y dar el salto al fútbol español. Firmó un contrato que expira el próximo 30 de junio, aunque el club balear, que manejaba excelentes informes, tiene una opción de compra que puede hacer efectiva unilateralmente para las tres próximas temporadas. «Mi fichaje por el Mallorca fue muy rápido. Llegué un jueves y el lunes ya estaba firmando el contrato».

Cavalli llegó a la Isla con la intención de jugar en la primera plantilla: «Pensé que iba a recalar en el primer equipo porque por eso dejé mi país y mi familia. Pero en el B estoy aprendiendo muchas cosas. Además, es muy parecida a la Segunda francesa». Desde que era un niño y comenzaba a darle patadas al balón, su sueño ha sido debutar en la Liga: «Es mi sueño. Si, el domingo se cumple, además contra un club grande como el Valencia, mucho mejor», reconoce el mediapunta corso con la ilusión reflejada en el rostro.

Aunque su nombre suena más a futuro que a presente, no quiere pensar más allá del partido de mañana: «Ahora no me preocupa mucho mi futuro porque debo estar concentrado. Después, vamos a ver qué pasa. A mi me gustaría quedarme en el primer equipo, pero si tengo que volver al B para ayudar no pasará nada».

Su físico recuerda al deCaño, una comparación que agradece: «A Ibagaza lo conozco mucho. Suelo fijarme en todos los mediapuntas del mundo y a Caño le sigo. Me gusta que me comparen con Ibagaza, pero sé que para llegar a su nivel todavía tengo mucho que aprender. Él es un jugador contrastado en la elite, yo todavía estoy para confirmar», aclara con humildad.

Admirador de Maradona, «él solo podía contra un equipo», en la actualidad se fija en el juego de Del Piero «por su gran capacidad goleadora» y en Zidane, aunque aclara que «mi estilo está más cerca al de Ibagaza que al de Zidane». Cavalli respira optimismo y no arroja la toalla: «Si juego ante el Valencia, lo voy a dar todo para que los delanteros marquen goles y el equipo gane. Faltan siete partidos y hay que tratar de ganar los siete. Hay que jugar como si fuera el último partido de la temporada».