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Amador Pons
Parece imposible que Rafael Nadal pueda perder un partido sobre tierra batida. El tenista mallorquín continúa erigiéndose como el rey de la tierra batida de esta temporada tras ganar ayer un partido tremendamente complicado ante Radek Stepanek (5-7, 6-1 y 6-1) y avanzar hasta las semifinales del Masters Series de Roma, donde se medirá con el valenciano David Ferrer. El tenis del manacorí volvió a ser incontestable y vuelve a convertirse en el favorito para ganar el torneo. Radek Stepanek tenía pocos argumentos para plantar cara a Rafael Nadal en una pista de tierra batida, así que confió su suerte desde la primera pelota a su servicio y a los tiros, en algunas ocasiones un tanto alocados, siempre que se le presentaba una ocasión. El checo huyó de los intercambios y en el inicio del partido le dió buen resultado.

En los dos primeros juegos con servicio para Rafael Nadal, Stepanek iba a disfrutar de pelotas de break. Con 0-1 y 30-40, el resto del checo se estrella en la cinta y pasa al otro lado de la pista. Rafael llega in extremis pero consigue alargar la bola. El intento del passing del checo encuentra una buena estirada de Nadal y finalmente Stepanek deja la pelota en la red (1-1). Dos juegos después se repetía la situación (1-2 y ventaja Stepanek), pero en esta ocasión a Nadal le bastó con un buen saque y una buena derecha (2-2).
Pese a las dificultades, la sensación era que Nadal conseguiría romper en cuanto ajustara sus golpes. En el quinto juego ya disfrutó de su primera pelota de break y en el séptimo rompió. Se había puesto 0-40 y en la segunda bola subió a la red y decidió con una volea de revés (4-3).

Nadal ganó su saque (5-3) y todo parecía decantado. Stepanek tenía el set perdido y forzó un poco más la máquina. Arriesgó todavía más en sus tiros y obligó al mallorquín a correr hacia la red constantemente a base de dejadas. La táctica le proporcionó cuatro juegos consecutivos y le dio la primera manga (5-7). La gran diferencia entre Rafael Nadal y el resto de promesas del tenis mundial es su fortaleza mental, su ambición. Pese a ser la gran atracción en Roma, y haber ganado los dos últimos torneos en los que había participado (Masters Series de Montecarlo y Conde de Godó) entendió que el partido exigía seguir luchando, pelear todas las pelotas, mantener la humildad. Y fue lo que hizo desde que se levantó de la silla tras el minuto y medio de descanso desde que terminara el primer set.