Serra Ferrer posa con la Copa e ilustres béticos. Foto: JAVIER DÍAZ

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Juanjo Baena|MADRID
Llorenç Serra Ferrer, técnico mallorquín nacido en sa Pobla hace poco más de medio siglo, ha sido uno de los principales artífices de que el Real Betis esté en el camino de «los grandes» equipos del fútbol español, en un año histórico para el beticismo, con la clasificación para la Liga de Campeones y el título de Copa del Rey. El «talismán» de Manuel Ruiz de Lopera, presidente del Real Betis, ya tuvo al equipo verdiblanco a las puertas de su máximo éxito en la competición del KO en 1997, cuando llegó a una final con el todopoderoso Barcelona de los Figo, Guardiola... y ante el que solo inclinó la rodilla tras una prórroga en un trepidante partido en el que se acentuó la «estrella» del ahora madridista Luis Figo.

También tuvo a las puertas del éxito al Real Mallorca, allá por 1991, en otra final de Copa, ante el Atlético de Madrid que, finalmente, y también tras prórroga (1-0), dejó al técnico balear con la «miel en los labios». El título de Copa del Rey ha echado por tierra el dicho de «que nunca segunda partes fueron buenas», sino todo lo contrario, ya que Serra Ferrer ha mejorado su ciclo anterior en el conjunto bético. Así, en su primera etapa como inquilino del banquillo bético, Serra Ferrer dejó una huella muy honda en el beticismo. Fue el artífice del ascenso a primera división, en la campaña 1993-94, con una recta final de liga casi inmaculada: diez victorias y dos empates en los doce últimos partidos, tras sustituir al balcánico Sergio Kresic en la jornada 26.

En la campaña 1994-95 Serra Ferrer hizo del Betis el equipo revelación de la temporada al acabar en la tercera posición en su regreso a la máxima competición del fútbol nacional. En la siguiente temporada, el equipo se clasificó octavo y llegó hasta la tercera ronda de la UEFA -tras eliminar al Fenerbahce turco y al Kaiserslautern alemán- en donde sucumbió ante el Girondins de Burdeos de Zinedine Zidane. La primera etapa de Serra Ferrer en el banquillo bético acabó con el cuarto puesto en la Liga y la final de Copa, perdida con el FC Barcelona.