Una seguidora de Rafael Nadal exhibe una imagen del tenista en las gradas de Santa Ponça. Foto: JOANA PÉREZ

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Ha sido volver a pisar la tierra batida y volver a ganar. Rafael Nadal parece haber recuperado las fuerzas para encarar el próximo tramo de la temporada. El tenista mallorquín superó ayer a David Ferrer en la final del Torneo Illes Balears y tomó el relevo de Carlos Moyà en el cuadro de honor de la competición. La cita de Santa Ponça congregó a más de 2.500 personas, evidenciando que el fenómeno de la ATP también cuenta con un gran respaldo en Mallorca. El formato del Torneo Illes Balears -los partidos de cuartos y semifinales se juegan al mejor de tres tie breaks- facilita que se produzcan sorpresas. La primera no tardó demasiado en llegar. Carlos Moyà, ganador de la primera edición, se enfrentaba en el tercer encuentro de la jornada (antes David Ferrer había ganado a Feliciano López y Mariano Zabaleta a Joachim Johansson) a Tomeu Salvá. Era un duelo que debía sonreir al palmesano, pero que terminó apuntándose el de Cala Millor. Tomeu Salvá se imponía por 7-2, 4-7 y 8-6 tras levantar una pelota de partido. Era una victoria que pocos esperaban pero que puede permitir que el tenis balear siga creciendo. Moyà tiene la suficiente experiencia para dar el verdadero valor a esta derrota, mientras que a Tomeu Salvá le puede dar la confianza que necesita para dar el salto definitivo a los torneos grandes. Ha estado ocho meses parado por una lesión y ahora afronta una agenda plagada de futures y challengers con la intención de escalar cerca de los mejores del mundo.

El que no se dejó sorprender fue el héroe de la jornada. Debutó ante Rainer Schuettler y se ganó el pasaporte para las semifinales en apenas unos minutos. Se impuso por 7-5 y 7-5, dando los primeros avisos de que estaba en Santa Ponça para hacerse con el título. El cartel de semifinalistas prometía buen tenis. Por la parte baja del cuadro se medían dos especialistas sobre arcilla: David Ferrer y Mariano Zabaleta. El español está siendo uno de los grandes protagonistas del curso 2005 de la ATP y el argentino está tratando de reengancharse con los puestos que su tenis merece después de un comienzo de año no tan bueno como esperaba. Su enfrentamiento no defraudó a las expectativas creadas y el valenciano salió triunfador (7-4 y 9-7) como todas las quinielas apuntaban. En la otra semifinal se encontraban dos amigos. Rafael Nadal y Tomeu Salvá han protagonizado vidas paralelas hasta los quince años. Se han enfrentado en finales baleares, nacionales e internacionales y se subieron a lo más alto del podio en europeos y mundiales defendiendo al equipo español. Hace tres años sus caminos se separaron porque ya eran imposible detener la explosión del manacorí. Hacía mucho tiempo que no se enfrentaban, y ayer se produjo el resultado lógico. Rafael Nadal, número 3 del mundo, superaba por 7-1 y 7-2 a Tomeu Salvá, el tenista balear con más posibilidades de instalarse en el top cien en un futuro inmediato.

La final estaba confeccionada. Rafael Nadal y David Ferrer, uno de los mejores duelos que pueden darse en una pista de tierra batida, se medían por el título, por tomar el relevo de Carlos Moyà. El pronóstico era incierto. Hasta el momento el mallorquín había salido vencedor en los últimos enfrentamientos, pero el buen momento que también atraviesa el valenciano hacía que las posibilidades de victoria se equilibraran. La final comenzó como más le gusta a Rafael Nadal. El mallorquín se colocó al resto y en el primer juego rompió el servicio de su rival (1-0 y saque). El camino se puso más cuesta abajo después de que el manacorí se anotara su servicio y volviera a lograr el break en el tercer juego (3-0). Nadal se sentía muy cómodo. Dominaba los puntos y conseguía que su derecha le proporcionara puntos ganadores. David Ferrer vivía una situación diferente. Cometía errores no forzados y no podía imponer el ritmo que más le conviene.