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GRAN CANARIA 81
GRANADA 67

GRAN CANARIA (20+18+26+17):Moreno (7), Traore (6), Bogdan (17), Porzingis (10), Alvarado (9), -cinco inicial- Pavic (11), Cruz (7) y Wolfram (11).

26 de 52 en tiros de dos puntos, 6 de 15 en triples y 11 de 18 en tiros libres. 41 rebotes (28 defensivos y 13 ofensivos) y 19 faltas personales.

GRANADA (20+9+16+22):Gutiérrez (22), Castro (5), G. Sánchez (4), Jan Orfila (1), F. Sánchez (26), -cinco inicial- Cabanas (4), Wright (0), Berto García (0) y Eloy Almazán (5).

15 de 32 en tiros de dos puntos, 6 de 22 en triples y 19 de 26 en tiros libres. 27 rebotes (22 defensivos y 5 ofensivos) y 18 faltas personales.

Àrbitros:Terreros, Pérez Niz y Jiménez. Eliminaron por cinco faltas personales a Gutiérrez, del Granada.

Fernando Fernández

Todos apuntaban hacia el Granada como serio aspirante a la victoria en la Liga de Verano ACB de Inca, pero no sabían que el Gran Canaria, que el viernes se coló en la final casi sin quererlo, les iba a pasar por encima como un rodillo. Los chicos de Himar Ojeda pudieron aguantar los brillantes diez minutos andaluces, con un Sánchez en estado de gracia (12 puntos con una serie de 3 de 3 en tiros de dos, 1 de 1 en triples y 3 de 4 en tiros libres) que permitió a los de Llera seguir con vida en una final que tuvo su punto de inflexión poco después. Y es que fue un partido loco, en el que los nervios le jugaron una mala pasada a ambos equipos en los primeros diez minutos, que pese a ello se saldaron con un empate a veinte que aventuraba un choque apasionante, pero que lejos de serlo, se acabó convirtiendo en un tedio toda vez que el Gran Canaria tuvo el mando en el electrónico. La dirección de Javier Alvarado era la que marcaba el ritmo del choque, sin dejar de lado el daño que bajo los tableros hacía Bogdan, cuya agilidad y velocidad cogieron por sorpresa en más de una ocasión a los interiores del Granada. Entre ellos, un Jan Orfila que no tuvo su día y se contagió del espesor que castigó con exceso a los granadinos en un pésimo segundo cuarto, en el que resultaron los peor parados ante la mayor diversidad de recursos de un Gran Canaria que con un parcial de 18-9 y Alvarado asistiendo y recuperando de manera magistral, se marchó al descanso con un 38-29 que empezaba a clarificar el desenlace de una final que se convirtió en un paseo para los canarios en el tercer cuarto.

En ese momento fue donde se vio más entero al grupo de Ojeda, que echó mano de Bogdan y Pavic para hacer más grande la diferencia y dejar malherido a un Granada que no daba señales de vida. Sólo el despertar de Gutiérrez impidió que fuera mayor el hueco en el marcador en favor del Gran Canaria, dueño y señor del rebote y más fino desde el perímetro. Por entonces, el galardón de MVP estaba entre Bogdan y Alvarado, los dos grandes referentes de un Gran Canaria a cuya fiesta se unía el resto de la flota extranjera. Wolfram y Porzingis otorgaban mayor solvencia al rebote y poca cosa más le quedaba por hacer al Granada en el partido. Pese a ello, tuvieron tiempo los pupilos de Eugenio Llera de reivindicar su papel en el partido. Los mallorquines Berto García y Llorenç Llompart tuvieron suerte dispar. El primero tuvo minutos, pero el segundo se quedó en blanco a la par que el Granada intentaba recortar distancias de forma estéril. El crono corría en su contra, pero tuvieron tiempo de situarse a diez puntos en el marcador, pese a que era poco más de un minuto y medio el que le restaba de vida a la Liga de Verano ACB de 2005, que agonizaba a la misma velocidad a la que el banquillo del Gran Canaria comenzaba a festejar un triunfo que les situaba en lo más alto y les permite coger el relevo del Lleida. Pocos podían contar con un equipo en rodaje, una pista de pruebas cuya mayor profundidad de banquillo y la conexión Alvarado-Bogdan marcaron las diferencias sobre el parqué para hacer subir al marcador un 81-67 que habla de las diferencias que existieron entre ambos equipos en cuarenta minutos que fueron diez para el Granada, pues en el segundo cuarto empezó a cavar su tumba a costa de un rival que sacó partido de un baloncesto más directo y de manual, dejando la improvisación y el espectáculo para mejores ocasiones. La Liga de Verano no lo era.