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Las siete victorias consecutivas del estadounidense Lance Armstrong en el Tour de Francia han sido cuestionadas de nuevo, tras las revelaciones publicadas por el diario francés «L'Equipe», en las que se afirma que el corredor dio positivo por EPO (eritropoietina) en la edición de 1999, primera que ganó. Según el rotativo, los análisis fueron efectuados por el Laboratorio Nacional de Detección de Dopaje de Chatenay-Malabry, descubridor del método que permitía detectar, a través de un análisis de sangre y otro de orina, la presencia de EPO.

Los análisis de un conjunto de muestras anónimas conservadas del Tour de 1998 y de 1999 se hicieron a partir de diciembre del pasado año y no tenían intención de descubrir a ciclistas que se habían dopado, sino afinar en los criterios para la detección de positivos y lo hizo el laboratorio francés en colaboración con la Agencia Mundial Antidopaje. A partir de ahora, según desvela «L'Equipe», la USADA (Agencia Estadounidense Antidopaje) puede abrir una investigación.

En aquel año comenzaron los rumores sobre los supuestos privilegios de que gozaba Armstrong, en materia de control antidopaje, por su pasada enfermedad (un cáncer de testículos con metástasis cerebral). Armstrong quiso exteriorizar su enfado en Saint Galmier y se retrasó en el protocolario acto del control de firmas. El norteamericano no entendía por qué se intentaba ensombrecer su primer puesto en la general.