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Carlos Román|VILLARREAL
Si por algo se ha distinguido el Villarreal durante los últimos años es por su cuidadoso y atento trabajo con la cantera. Resulta sorprendente comprobar el complejo funcionamiento de las categorías inferiores del club amarillo, que pese a estar instalado en un pequeño núcleo de población que apenas supera los 40.000 habitantes, cuenta con patrimonio futbolístico a la altura de los más grandes y maneja un volumen de jugadores sólo comparable al que mueven entidades como Real Madrid o Barcelona. En esa inagotable factoría de talentos a la que cada año acuden más futbolistas de otras provincias, sobresale la figura de dos jóvenes mallorquines que intentan hacerse un hueco en la elite a base de esfuerzo y sobre todo, mucho sacrificio. Ellos son Javier Moreno y Juan Carlos Sánchez y aunque de momento forman parte del filial castellonense, no pierden de vista su gran objetivo, que consiste en dar el salto al primer equipo a corto o medio plazo. El primero en incorporarse al club que preside Fernando Roig fue el guardameta Juan Carlos Sánchez, que afronta ya su tercera temporada. Después de pasar por la cantera del Mallorca y de jugar en el Playas de Calvià durante su último año en categoría cadete, decidió hacer las maletas para probar fortuna lejos de la Isla y asegura que no se arrepiente lo más mínimo de la decisión tomada: «Lo que peor llevé en mi primer año aquí fue el tema de la familia. Al principio lo pasaba mal porque era todavía muy joven (llegó al club con 16 años), pero con la ayuda de todos lo fui superando y ahora ya no tengo ningún problema con eso. Estoy muy a gusto en la ciudad y en el club y me encuentro muy cómodo con todo lo que tenemos aquí», apunta.

Disciplina
La vida de Juan Carlos en Villarreal transcurre básicamente en los terrenos de la ciudad deportiva amarilla, que es otro de los grandes atractivos de la entidad. Los castellonenses cuentan en sus instalaciones con tres campos de hierba natural, dos de césped artificial, tres de fútbol-7 también de césped artificial, un edificio social y una residencia para futbolistas. Ahí es donde vive el mallorquín desde su desembarco en la ciudad y donde pasa la mayoría del tiempo cuando no entrena. «En mi caso y en un día normal, nos levantamos, desayunamos y normalmente después entrenamos sin tener que dejar las instalaciones. A la hora de comer nos regimos por unas dietas y por la tarde, a partir de las siete, me toca ir al colegio para no descuidar los estudios. La verdad es que nos tratan muy bien y que no nos falta de nada», señala Juan Carlos, que pese a jugar en el Villarreal B sigue contando con ficha de juvenil. El recuerdo de su ciudad de origen le acompaña continuamente, pero eso no le supone ningún tipo de problema: «Palma es una ciudad increíble para vivir y tu tierra siempre te tira mucho, pero estoy aquí para aprender y para intentar llegar al primer equipo algún día. Sé que es muy complicado y que tengo que ir poco a poco, pero si algún día tengo una oportunidad no voy a desaprovecharla», destaca.

Su compañero Javier Moreno llegó al club hace sólo unos meses, pero ya se ha integrado totalmente en la estructura del club y es uno de los pesos pesados de la segunda plantilla amarilla. Formado en la prolífica cantera del Cide, el centrocampista eligió Villarreal después de que el Mallorca B le abriera la puerta el pasado mes de marzo (entre otras cosas para ahorrarse su renovación) tras haber estado cuatro años en la disciplina rojilla. Después de estar unos meses a prueba en el club amarillo, sus cualidades convencieron a los técnicos y le ofrecieron un contrato por dos temporadas que por el momento está aprovechando al máximo. A diferencia de su compañero Juan Carlos, Moreno ya ha dejado la residencia de la ciudad deportiva y vive en la zona turística de Benicàssim junto a su novia, que en estos momentos es uno de sus mejores puntos de apoyo. «Villarreal es una ciudad muy pequeñita, pero aquí todo el mundo vive el fútbol con muchísima pasión y yo personalmente me he adaptado muy bien. Tenemos el respaldo de una afición que está siempre volcada con el equipo». Desde su punto de vista, las diferencias entre su club actual y el Mallorca son demasiado grandes: «Los dos trabajan con filosofías distintas, pero son similares. Quizà aquí se trabaja en busca de un juego de toque y más elaborado, en sintonía con lo que hace el primer equipo. Ellos son nuestro espejo y debemos de seguir sus pasos».

Moreno también reconoce que por momentos añora la vida en la Isla, pero entiende que su futuro a corto plazo está en la ciudad castellonense y quiere sacarle el máximo partido a su estancia: «Mallorca es Mallorca. Es cierto que en ocasiones echas de menos a la familia, pero de momento me están yendo muy bien las cosas y espero que todo siga así».

Hasta ahora, su juego está siendo básico para el Villarreal B, pero ya ha tenido la ocasión de trabajar con la primera plantilla. Moreno no se precipita y aunque sabe que puede dar el salto en cualquier momento, no quiere ir tan rápido. «Tengo que ser realista. En el primer equipo hay jugadores increíbles que actúan en mi posición (Senna, Josico, Tacchinardi...) y no tengo que tener prisa. Mi mente está en el filial y en conseguir el objetivo de ascender a Segunda B».

Otros tres futbolistas del archipiélago han hecho del club amarillo su particular centro de operaciones. El más importante de todos ellos es el jugador del primer equipo Xisco Nadal, que este año no está teniendo demasiada presencia en los planes de Pellegrini. El delantero, que es hijo del ex jugador del Mallorca, Cuqui Nadal, y que ha estado cedido en otros clubes como Numancia y Murcia, es quizá el que menos ligado está a las Illes. Raúl y Marcos en cambio, se han convertido en los mejores embajadores del fútbol ibicenco y su carrera en Villarreal pasa por un dulce momento. El primero está a caballo entre el Villarreal C y el B y el segundo fue convocado por la selección española sub'19 hace tan sólo unas semanas.