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Carlos Montes de Oca
Son Moix escenifica un drama. El Mallorca cruza el primer tercio del curso mirando de frente a su enemigo en noventa minutos con aroma a final. La trascendencia que rodea el partido de esta noche ante el Athletic de Bilbao ha provocado una catarata de nerviosismo impropia a estas alturas del campeonato, con una facción del vestuario arrojando chatarra contra los medios de comunicación y el presidente Vicenç Grande desvelando un amago de dimisión de Cúper que, según el técnico, jamás de produjo...

Es fruto de los nervios, de la carga de ansiedad que pesa sobre un equipo que no acaba de encontrarse cómodo en su travesía. Contradicciones al margen, el grupo isleño quiere dar un paso adelante hacia la tranquilidad. Llega al encuentro con un amplísmo margen para el error, pero todo lo que no sea sumar, podría empujarle de nuevo a las arenas movedizas. (Son Moix, 20.00 horas, PPV).

La atmósfera que enmarca el encuentro recuerda a la de las grandes ocasiones. Visita Son Moix un colista inesperado, el Athletic de Bilbao, con Javier Clemente en estado puro. Y el Mallorca regresa a su casa casi un mes después de aquella cita ante el Sevilla. Después llegó el parón liguero, un triunfo en Cádiz que provocó una catarata de piropos y un bofetón en Montjuïc que ha crispado de nuevo el ambiente.