Elena Gómez posa en el practicable de Manacor.

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Nunca se quejó por las agujetas, ni por el número de horas que tenía que pasarse en el gimnasio. Pero Elena Gómez Servera (Manacor, 1986) no ha podido soportar estar alejada de la competición. Después de pasarse un año en el dique seco por una lesión en el pubis, continúa sin ver la luz al final del túnel y ha decidido poner el punto final. La única gimnasta española que se ha proclamado campeona del mundo lo deja. Quiere ser ligada a este deporte y planea iniciar un nuevo capítulo como entrenadora. El 11 de enero de 2006 va a ser recordado como uno de los días más tristes del deporte balear. Los problemas de Elena Gómez nacen dos meses antes de viajar a Atenas. La gimnasta manacorina comenzó a sentir molestias justo antes de participar en los Juegos Olímpicos, pero era el gran objetivo de su carrera y no le dió importancia; un día achacaba los doleres a un mal calentamiento, otro a los nervios previos a la competición. Las jueces le jugaron una mala pasada en la cita olímpica. Castigaron con dureza un fallo en su ejercicio y le impidieron participar en la final de suelo. Fue la mayor decepción de su carrera deportiva, una carrera marcada en los dos años anteriores por el éxito.

Elena Gómez buscó refugio en casa tras los Juegos Olímpicos. Quiso rodearse de los suyos para superar el mal trago, recuperar la ilusión y volver a situarse entre las grandes. Las instituciones se volcaron. El gimnasio de Manacor fue equipado con los aparatos necesarios y Joana Mª Rigo desempolvó su chandal para poner a punto a la mejor gimnasta española de todos los tiempos. El regreso al gimnasio (octubre de 2004) fue positivo, pero en cuanto Elena Gómez comenzó a forzar (enero de 2005) volvieron los problemas. Los dolores persistían y comenzaron las visitas a los médicos. Se pasó el tiempo previsto para la preparación del Mundial de Australia (noviembre de 2005) acudiendo a las consultas de especialistas en Mallorca, Barcelona y Madrid. Le pidieron unos meses de descanso, pero el pasado mes le comunicaron que sus dolencias eran irrecuperables; que no podría volver a practicar gimnasia de alto nivel.

Sin posibilidad de volver a competir, Elena Gómez no ha tenido más salida que retirarse. Era consciente de que llegar a Pekín con 22 años era una empresa muy complicada -las gimnastas acostumbran a retirarse antes de esa edad-, pero quería volver a coronarse en un Mundial o en un Europeo. La selección nacional pierde a su pilar principal y Jesús Carballo va a tener que buscar entre sus compañeras de Atenas a la nueva líder del combinado nacional. Porque va a ser difícil que España vuelva a contar con una gimnasta del nivel y de la entrega de Elena Gómez. No es común que haya una deportista dispuesta a sacrifir tantas cosas, y mucho menos que sea capaz de alcanzar las gestas que ha cosechado la mallorquina. Porque desde que abandonó su casa de Manacor con 13 años, todo lo que ha hecho Elena Gómez ha sido sobresaliente.