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Calanova está de enhorabuena. Tres décadas después, la emblemática Escuela Nacional de Vela sigue siendo punto de encuentro para los mejores regatistas del país y un ejemplo a seguir. Allí se han formado algunas de las grandes figuras de ese deporte y trabajan diariamente aquellos regatistas que tienen sus esperanzas depositadas en los Juegos de Pekín o Londres. Lejos queda aquel año 1976, cuando el Consejo Superior de Deportes y la Federación Española de Vela, a propuesta de Jaime Enseñat, por entonces presidente de la Federación Balear, y de Manuel Nadal de Uhler, decidieron poner en marcha un proyecto que treinta años después luce sus galones y una imagen de salud que le convierte en una instalación del siglo XXI.

Aunque queda mucho trabajo por hacer, el Govern, que desde el 6 de abril de 1985 es su tutor, se ha propuesto relanzar Calanova, que desde su inauguración por parte de los Reyes allá por el mes de agosto de 1976, ha crecido y evolucionado en función del número de alumnos y de los proeyctos que en ella se han llevado a cabo.

Ubicada en el barrio palmesano de Sant Agustí, nació como ente promotor de la vela y los deportes náuticos. Su primer director fue Manuel Nadal, quien ejerció como tal hasta 1984, un año antes de la que la Conselleria de Cultura -por entonces responsable del área deportiva- asumiera el control. Bartomeu Miralles, Jesús Salom, Víctor Gistau o, actualmente, Maritina Fullana, han sido los responsables de una instalación cuyo sueño olímpico, juntamente con el de Madrid, quedó aparcado en Singapur el pasado mes de julio.