Hay cosas que nunca se pierden. Y cuando Rafael Nadal pisa una
pista de tenis el rival es consciente de que el mallorquín se va a
entregar al máximo. Tras casi cuatro meses sin competir, el balear
ha tenido que recurrir a su garra para sacar adelante los partidos
en Marsella. Su camino hasta las semifinales no ha resultado
sencillo, como tampoco fue fácil su victoria de ayer en cuartos
ante Paul-Henri Mathieu (7-5 y 6-4). Nadal se mide hoy con Arnaud
Clement por un puesto en la final.
Rafael Nadal prefirió quedarse en Europa en lugar de jugar los
torneos sobre tierra batida en sudamerica. Es una inversión. El
balear quiere ser competitivo en todas las superficies y necesita
acumular minutos en torneos de pista cubierta. Para el Torneo de
Marsella ha modificado varios aspectos de su juego, especialmente
la potencia de su primer servicio. Ha aumentado la velocidad de su
saque y su porcentaje ha disminuido. Sus rivales aprovechan para
atacar su segundo saque y complicarle los juegos en los que
sirve.
Ayer, ante Mathieu, pasó por problemas en varios momentos
(segundo y décimo juego en los que tuvo que superar cuatro pelotas
de break) aunque fue justamente en esos momentos en los que
funcionó su primer saque. Con el encuentro equilibrado en los
juegos decisivos (5-5) apareció el ganador de Roland Garros. Con el
francés al saque, Nadal tuvo dos pelotas de break y en la segunda
peleó una pelota de un lado al otro de la pista, aguantó la subida
del galo y conectó un passing de revés paralelo que le colocó por
delante en el marcador (6-5). Ese break le dio el set (7-5).
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