La plantilla del Mallorca se ha conjurado para salir cuanto antes
del agujero. Los ocho puntos recopilados desde el cambio de técnico
han revalorizado las prestaciones del equipo y le han reportado la
calma necesaria para seguir avanzando, pero hace falta un nuevo
golpe de efecto para encauzar de nuevo la permanencia y mirar
unicamente hacia arriba. Los jugadores lo saben y han marcado en
rojo la próxima cita del calendario, el pulso que les medirá el
domingo frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán. El vestuario
isleño destila ambición por todos los rincones y quiere despejar de
una vez por todas las incógnitas que le persiguen desde hace ya
mucho tiempo. Y es que un resultado positivo en Nervión no sólo
permitiría conectar seis jornadas invicto, sino que le abriría las
puertas de una serie excitante multiplicando las posibilidades de
certificar su mejoría deportiva.
Desde la visita del pasado del pasado 5 de febrero a San
Sebastián el Mallorca no ha vuelto a doblar la rodilla frente a
ningún otro equipo y eso es un síntoma evidente de su buen estado
de salud. En cualquier caso, los dos últimos empates cosechados
frente a Racing y Villarreal han acercado de nuevo el peligro al
conjunto balear, que se encuentra a sólo un punto de la frontera
del descenso y ha llegado el momento de dar un puñetazo sobre la
mesa. El estadio sevillista parece el lugar apropiado para llevarlo
a cabo y aunque historicamente es un lugar poco propicio para los
intereses rojillos, podría convertirse en su nuevo punto de
partida.
Para el asalto al Pizjuán Manzano no tiene previsto cambiar en
nada los planes sobre los que se ha basado ultimamente. El jienense
va a aprovechar la tregua que le han concedido la enfermería y las
sanciones (sólo Braulio sufre molestias y no cuenta para él) para
calcar la alineación que ha presentado en las últimas semanas y
poner contra las cuerdas a la escuadra que dirige Juande Ramos,
según lo que se desprende del ensayo general que se llevó ayer a
cabo en Son Moix. De esta forma, el de Bailén alineará a Prats bajo
los palos y por delante de él se situará una línea de cuatro
formada por David Cortés, Nunes, Ballesteros y Fernando Navarro. El
orden en la sala de máquinas lo impondrán Guillermo Pereyra y
Angelos Basinas, con el apoyo de Jonás y Tuni en los flancos y en
la parcela atacante el peso recaerá sobre los hombros de Juan
Arango y Leonardo Pisculichi. En estos momentos la única duda que
planea sobre el once es precisamente la del venezolano, que en los
últimos días ha trabajado a un ritmo inferior al de sus compañeros
por precaución. Aún así, no parece que vaya a tener demasiados
problemas para desplazarse a Sevilla junto al resto de la
expedición y reencontrarse allí con Javi Navarro, el defensor que
el año pasado le sacó del anonimato con una desafortunada acción
que estuvo a punto de acabar en tragedia.
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