El mediocampista Jonás Gutiérrez celebra alborozado el gol que marcó ayer en el Vicente Calderón.

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El Mallorca está más cerca que nunca de la permanencia. El grupo dirigido por Gregorio Manzano se levantó en el momento más inesperado y blindó una victoria terapéutica que ahora mismo cuenta con una valor incalculable. A falta de tres jornadas para que el campeonato eche el cierre hasta el próximo mes de septiembre, los baleares han vuelto a prolongar un margen que parecía ya extinguido y tienen la salvación al alcance de la mano, después de que la jornada se pusiera de su parte con varios resultados favorables. Ahora si. Las plazas que llevan directamente ainfierno se encuentran ya a cuatro puntos de distancia más egolaverage y eso, cuando sólo restan nueve puntos por disputarse, equivale a una garantía de éxito. Ahora que el equipo ha cobrado impulso, lo más lógico sería que mantuviera el nivel de exigencia y que sellara cuanto antes su continuidad en la máxima categoría para disfrutar de las dos últimas jornadas desde una perspectiva hasta ahora desconocida. El miércoles, ante el Valencia, los rojillos disputarán su primer match-bal. La Liga agoniza, pero el Mallorca, por raro que parezca, está más vivo que nunca.

BUENA SUERTE. El Mallorca encontró ayer toda la suerte que se le había negado en las últimas semanas, especialmente en el encuentro del domingo pasado ante el Osasuna. La formación rojilla, fiel a su libreto, salió al terreno de juego con una gran cantidad de peso sobre sus hombros y hasta que no contagió a su rival del ritmo que acabó imponiéndose, no llegó a introducirse en el guión del enfrentamiento. Y eso que cuando el balón empezó a rodar sobre el césped del Manzanares los bermellones ya sabían que, pasara lo que pasara, iban a dormir fuera del incendio. El plantel era consciente de que el Alavés se había entregado en Valencia, de que el Cádiz había sido incapaz de sumar en el Camp Nou y de que Espanyol y Athletic se habían conformado con un punto en sus respectivos enfrentamientos. Pese a ello, el Mallorca dejó que el encuentro se fuera tranquilizando y esperó a que el Atleti perdiera los nervios para echarle el guante. El plan parecía confuso, pero al final reportó unos dividendos tremendos. Cierto es que el conjunto de Pepe Murcia es un grupo sin base ni fundamento, pero esta vez los de Manzano supieron jugar sus bazas. Sólo faltaba reencontrarse con el gol para obrar el milagro y cuando parecía imposible que llegara, Doni, Arango y Jonás se asociaron para poner orden. Golazo.

ESTADOS DE ÀNIMO. En sólo siete días, el estado de ánimo del mallorquinismo ha pasado de un extremo a otro sin detenerse en ningún tramo intermedio. Si la derrota de la semana pasada dejaba al equipo acorralado junto al barranco, la victoria de ayer le ha liberado de una carga que le impedía progresar y ha aclarado el panorama de la parte baja, donde ha penetrado la luz después de muchas jornadas. El Málaga ya se ha desconectado de la máquina que le mantenía con vida y Alavés y Cádiz empiezan a quedarse solos en el vagón de cola. En cualquier caso, ya no valen las confianzas sin justificación. Hacen falta sólo cuatro puntos para olvidarse de los problemas y recrearse en un plácido final. Que no se estropee.