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Desplegando su mejor versión de la temporada, con unas dosis de músculo y toneladas de fútbol, el Mallorca volteó Son Moix con una victoria de lujo, un triunfo de órdago que le permite trepar hasta la duodécima posición con 40 puntos y amarrar virtualmente la permanencia. Sólo el triunfo del Alavés ante el Betis, que aplaza de momento la salvación matemática, apagó el incendio de euforia provocado en las gradas por un grupo que abofeteó al segundo de la Liga con una facilidad pasmosa. El Valencia cayó en la trampa balear, abandonó el césped con la cabeza agachada, consciente de que su derrota le había entregado en bandeja el título al Barcelona (2-1).

Los primeros minutos se vistieron de rojo y negro. Jonás provocó varios descosidos en la zona de Moretti, Arango y Víctor se asociaron en ataque y el tándem Nunes-Ballesteros le amargó la tarde a David Villa, un aspirante a pichichi que sólo abrió su tarro al cuarto de hora, cuando una polémica acción suya -pudo ayudarse con la mano en el control- acabó en el gol de Angulo que momentáneamente igualaba la cita, tras el gol inicial de Juan Arango. La jugada deGuaje fue un espejismo en medio del caos valencianista, del insultante poderío isleño. Al inicio del segundo acto, Doni desparramó por Son Moix todo su talento con un empalme de lujo que certificó la permanencia virtual.

El Mallorca se enchufó al partido desde el primer minuto. Manzano situó a dos diestros en la izquierda (Maciel y Doni) y fijó a Víctor en medio de la trinchera ché. Con Basinas repartiendo las cartas y Pereyra barriendo los encombros, el equipo isleño olvidó defectos de equipo pequeño. Salió valiente y torero, dispuesto a morir matando. De pie. Con dignidad. Nada de colgarse del larguero y esperar que llueva en el desierto.