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Lluís Orfila|MAO
El deporte profesional ha vivido a lo largo de su historia situaciones en las que el triunfo está por encima de cualquier cuestión, incluso familiar. Casos como el de los hermanos Petrovic, que vivieron encarnizados enfrentamientos durante los ochenta cuando el mayor, Aleksandar, militaba en Cibona y el genial Drazen empezaba a brillar en las filas de Sibenka, o años después, cuando el propio Drazen, jugando para el Real Madrid, destrozó a los «lobos de Tuskanac» de su hermano en semifinales de Recopa de 1989.

En España, durante los 90 se produjo el caso del fichaje del futbolista Bittor Alkiza por el Athletic Club, cuando su padre, Iñaki Alkiza, presidía al eterno rival vasco Real Sociedad. No obstante, ninguno de los casos citados desprendía el dramatismo que alcanza una lucha por eludir el descenso de categoría. Ese será el caso de la familia Llull, natural de Maó. Francisco Llull (Maó, 1960), hombre decisivo dentro de la historia del Menorca Básquet, jugador y capitán de la antigua La Salle y presidente de la entidad cuando esta dio el gran salto a la profesionalización con el acceso a la LEB a mediados de los 90.

Hoy, Llull vivirá sentimientos «contradictorios» como él mismo reconoce, pues en el equipo rival, Manresa, estará su hijo. Sergi Llull Melià (Maó, 1987), quién emigró hace tres años rumbo a Catalunya para crecer cómo jugador, vivirá también sensaciones, como mínimo, extrañas, pues llega a la isla por primera vez como profesional, y lo hace para disputar un partido a vida o muerte, frente al equipo que le vio nacer como deportista.