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Entró de puntillas, sin hacer ruido. Abrió la puerta del Mallorca SAD junto a un grupo de empresarios mallorquines encabezados por Bartomeu Cursach en el verano de 2003. Entonces, su participación era de un millón de euros. Mañana, aquel consejero cumplirá un año en la presidencia del Real Mallorca, 365 días en rojo y negro plagados de proyectos, ilusiones, cambios, inversiones y pasión, sobre todo pasión. Vicenç Grande (Es Pont d'Inca, 1952) está de enhorabuena. Hoy hace doce meses, Mateo Alemany desvelaba la incógnita y decidía abandonar la presidencia del club alegando un agotamiento «físico y mental». Se marchaba dejando al Mallorca en Primera División y siendo partícipe de la etapa más brillante de la entidad. Pese a que había anunciado de forma reiterada que no tenía intención de asumir el cargo, el constructor Vicenç Grande, entonces vicepresidente, ocupó la silla un día después. Era el 8 de junio de 2005.

Desde aquella tarde, Grande ha marcado un nuevo estilo. Más terrenal, más cercano a la calle. El empresario ha sido protagonista directo de las mejores imágenes. No se le han caído los anillos cuando ha tenido que desplazarse a cualquier acto en la part forana para atender los compromisos de los peñistas ni tampoco le ha dado pereza coger un avión en plenas Navidades para negociar con un futbolista en Birmingham. Pero el año no ha sido de color de rosas. El golpe sufrido en febrero cuando una porción de la grada de Son Moix sacó el pañuelo y precipitó la caída de Héctor Cúper, quedó amortiguado a comienzos de mayo en el Manuel Ruiz de Lopera, cuando el equipo dirigido entonces por Gregorio Manzano certificó su décima temporada consecutiva entre los grandes.

Ha sido un año de cambios. Y la revolución no se hizo esperar. El consejó empezó a sufrir remodelaciones y se desvinculaban del mismo Miquel Dalmau, Ignasi Esteva y Vicenç Rotger, que dejaron paso a Joaquín García, Marilena Ordinas y Pablo Lasaga. Las novedades salpicaron también muy pronto a la parcela deportiva, donde Pep Bonet dejó de ser un referente una vez consumido el contrato que le ligaba al club rojillo. Grande devolvió entonces a Nando Pons a la primera línea y le concedió a la vara de mando de la secretaría técnica. Además, Okubo y Arango, dos piezas claves en la salvación del primer equipo, apalabraban su continuidad en la Isla. A mediados de junio se oficializaba la creación de dos nuevas comisiones, una deportiva y otra económica, destinadas a repartir el trabajo entre los consejeros y trazar las líneas maestras de su proyecto.