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Amador Pons|PARIS
La magia contra la fuerza. O lo que es lo mismo, Justine Henin-Hardenne frente a Svetlana Kuznetsova. Sin una reina que domine el circuito, las féminas se encuentran en una continua lucha por establecer un orden mundial. Con Mauresmo descartada para ganar ningún torneo que se disputa en su país y con Sharapova mostrándose demasiado ansiosa para imponerse en un torneo sobre tierra batida, el talento de la belga y la potencia de la rusa han superado todos los escollos que les han salido al paso hasta esta final, incluido el del nuevo fenómeno: Nicole Vaidisova.

Henin y Kuznetsova se juegan hoy mucho más que la final de Roland Garros; es un pulso para determinar hacia dónde camina el tenis femenino. El camino de Justine Henin-Hardenne y de Svetlana Kuznetsova hasta la final ha sido muy distinto. La belga ha alcanzado la última ronda son ceder ni un solo set y mostrando una gran autoridad en todos sus duelos. Maret Ani, Anastasiya Yakimova, Tathiana Garbin, Anastasia Myskina, Anna-Lena Groenefeld y Kim Clijsters han sido sus víctimas. Ninguna de ellas ha tenido la más mínima oportunidad. Todas han cedido ante la visión de la belga, ante la facilidad de encontrar la jugada que más molesta a su rival.

Svetlana Kuznetsova ha hecho todo lo contrario. Ha sufrido prácticamente en todos los partidos y en varias ocasiones ha estado contra las cuerdas. Francesca Schiavone, Dinara Safina y Nicole Vaidisova tuvieron opciones de ganarle, aunque la rusa, campeona del US Open 2004, supo salir airosa de todas las trampas.