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Luis Villarejo|LEIPZIG
España inicia hoy (15.00 horas, La Sexta y Cuatro) un nuevo ciclo en la historia de su selección con su debut en un Mundial ante Ucrania, un rival serio, sólido y capitaneado por Andrey Shevchenko que va a servir a Luis Aragonés, el técnico español, para intentar de una vez por todas entrar en el 'club de los que ganan'. O al menos, como dice él, a acercarse a aquellos que están siempre en la cima. España aparece en el escenario con un once que suena a revolución. Sólo Iker, Puyol y Xavi jugaron en 2002 en Corea y Japón. Con dos futbolistas -Pernía y Senna- inéditos hasta la fecha en un partido oficial. Y con el esqueleto habitual del pasillo de seguridad de Luis en el banquillo -Albelda y Raúl-. Aragonés apuesta fuerte. Renuncia a las bandas. En parte porque ni Joaquín ni Reyes le acaban de convencer. Y porque detrás de ellos no ha habido ningún futbolista en la Liga española que eche la puerta abajo y haya sido capaz de llamar a la puerta del Mundial.

Luis modificaría su pizarra con Joaquín y Reyes si el partido se le pone cuesta arriba. Ha cambiado Luis el guión. Protege la zona de creación, con futbolistas como Xabi Alonso, iniciando el juego tal y como lo hace en el Liverpool con Rafa Benítez, escoltado por Xavi y Senna. Quiere Luis fluidez, rapidez en la circulación y llegada con gol. Torres, Luis García y Villa son los elegidos para jugar en punta. Un 4-3-3, donde los dos laterales, Sergio Ramos y Pernía, deben imitar a Cafú y a Roberto Carlos en la selección brasileña. Una selección, en suma, muy joven. Con hambre, eso sí. Y con alternativas para afrontar un libreto nuevo tras el descanso. Luis estará muy atento a la evolución de Xavi. Juega hoy su primer partido con presión máxima de titular tras su grave lesión de rodilla.

Le han desaparecido los dolores. Luis le ha dado confianza. Le ha puesto a su disposición a todos los fisioterapeutas del equipo nacional. Le ha hecho sentirse importante en definitiva. Y Xavi lo sabe. Le quiere devolver la confianza ilimitada que ha puesto en él para subirse al carro del Mundial. Xavi no tuvo suerte en el último evento de selección. En la Eurocopa de Portugal, en 2004, Iñaki Sáez lo convocó, pero acudió de turismo. No jugó un solo minuto. Y Xavi regresó a Barcelona desencantado y hundido. Dos años después Xavi tiene su oportunidad. Si no aguantara el ritmo de una tarde que se prevé sofocante por el calor, en el banquillo sobran recambios. Cesc e Iniesta, por su perfil, y Albelda por si hiciera falta, están en la recámara.