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Efe|COLONIA
Francia afronta ante Togo el último obstáculo que le separa de los octavos de final, una barrera que debe superar por dos goles de diferencia para continuar en el Mundial de Alemania y no repetir el fracaso de 2002.

Los «bleus» están al borde de un precipicio parecido al que cayeron hace cuatro años. Entonces debían ganar por dos tantos a Dinamarca y se precipitaron al vacío del descrédito tras haber dominado durante años el fútbol mundial.

Ahora, cuando pretendían olvidar definitivamente aquella catástrofe, su ineficacia goleadora en los dos primeros partidos les ha vuelto a colocar a un paso de desplomarse.

Llenos de dudas, acosados por las críticas de la prensa y del público francés, en manos de una selección de veteranos que no han mostrado una gran frescura física, los franceses deben lograr al menos dos tantos, el doble de los que han conseguido en sus últimos cinco partidos mundialistas.

Además, tendrán que hacerlo sin su hombre más importante, Zinedine Zidane, que vio dos tarjetas amarillas y que esperará desde la grada para ver si a su carrera profesional le queda algún capítulo.

Si sus compañeros se clasifican tendrá una nueva ocasión de vestir la «bleu». De lo contrario, habrá dicho adiós para siempre a los terrenos de juego sin ni siquiera haber podido despedirse.

Sobre el papel, darle una nueva oportunidad al capitán parece posible, porque enfrente tienen a un equipo inexperto, que afronta su primer Mundial y que lo ha preparado de forma caótica, con una deserción del entrenador los días previos a su debut y con una amenaza de huelga que sólo la intervención de la todopoderosa FIFA ha disipado.