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El tenis es muy diferente sobre tierra batida o sobre hierba. Tanto, que algunos no dudan en asegurar que son dos deportes distintos. Lo cierto es que nadie desde hace 25 años ha podido coronarse en París y Londres el mismo año. Nadie, ni siquiera Roger Federer, el tenista más completo de la historia. De hecho en la era open sólo Rod Laver (1969) y Bjorn Borg (1978, 79 y 80) lo han conseguido. Un reto que esta temporada ya no puede alcanzar el número uno del mundo, y que sólo está al alcance de Rafael Nadal. El tenis moderno (la era open) nace en 1968, dos años después de que Manolo Santana se convirtiera en el único tenista español (masculino) que ha ganado en «la Catedral». El ahora director del TMS de Madrid tuvo que dejar de jugar Roland Garros durante dos años para preparar la cita británica, algo impensable en el tenis actual. Sólo el mítico Rod Laver (ganó 11 Grand Slams entre 1960 y 1969 y estuvo parado entre 1963 y 1967) y el excéntrico Bjorn Borg (11 Grand Slams, 6 Roland Garros y 5 Wimbledon) han conseguido alzarse con los dos títulos más prestigiosos del circuito ATP en la misma temporada. El australiano lo logró en 1969, cuando firmó su segundo Grand Slam (ganó el mismo año el Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open; el otro lo hizo en 1962), mientras que el sueco lo consiguió en tres ediciones: 1978, 1979 y 1980.

No es casualidad que ningún tenista en los últimos 25 años lo haya conseguido, ni que sólo haya dos tenistas capaces de firmar una gesta de estas características. Hay dos factores que convierten el intento de ganar Roland Garros y Wimbledon el mismo año en una misión prácticamente imposible: el primero es que la tierra batida de París y la hierba de Londres son dos superficies diametralmente opuestas; el segundo, que apenas hay dos semanas entre el final del Grand Slam francés y el comienzo del inglés. El tenis sobre tierra batida es un juego de paciencia. Se trata de una superficie en la que es más importante no cometer errores no forzados, que lograr puntos ganados. Sobre arcilla, los jugadores deben ser capaces de aguantar el peloteo desde el fondo de la pista, sus golpes deben ser preferiblemente liftados, y tienen que saber deslizarse por la pista para poder correr de un lado al otro, de atrás hacia delante.

Para jugar bien en hierba es indispensable tener un buen primer servicio y hay que arriesgar al máximo. Los intercambios son secundarios porque el punto termina en dos o tres golpes y los tenistas ofrecen su versión más ambiciosa. Em Wimbledon es donde se sube en más ocasiones a la red y saber hacer la jugada saque-volea es sinónimo de éxito. Los últimos grandes dominadores del Grand Slam -McEnroe, Becker, Edberg, Sampras, Ivanisevic, incluso Federer- se caracterizan por tener un gran servicio y una gran facilidad para terminar el punto desde la red.