Luis Aragonés dialoga con sus futbolistas durante la sesión de entrenamiento de ayer.

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El excelente aroma que ha desprendido su fútbol durante la primera fase del torneo no ha sido suficiente para desprenderse de viejos estigmas. Ante su primer gran reto mundialista, la selección de Luis y especialmente su entorno viven sensaciones encontradas. Aparece Francia en el camino -quizás demasiado pronto- y España sufre algo demasiado parecido al vértigo. Ningún país puede ser ajeno a su historia y la biografía del equipo nacional se ha forjado a base de decepciones. Es por eso que Francia asusta más de lo que debiera. Visto lo visto, Hannover cruzará esta noche a dos equipos en un estado de forma desigual. España ha ventilado todos sus partidos con buen gusto y una autoridad sólo equiparable a la que ha ejercido la anfitriona Alemania.

Francia ha sido un verdadero desastre. Su clasificación para los octavos ha sido agónica y su único aval continúa siendo la categoría de algunos de sus futbolistas. Dirigida por un entrenador temeroso y cicatero, la selección gala sobrevive a base de prestigio. Es algo que siempre impone, aunque no es suficiente. Luis Aragonés siempre ha prestado una gran importancia a los intangibles y lleva bastantes días jugando este partido. El seleccionador sabe que el vértigo forma parte de la idiosincrasia de la selección española y por eso su mensaje lleva muchas horas siendo categórico: «No tenemos miedo a nadie».

Con Thierry Henry en el otro bando, el entrenador madrileño fue preguntado de nuevo sobre sus polémicos comentarios acerca del delantero del Arsenal. Luis liquidó el asunto con humor y una buena carga de ironía: «No voy a perder un sólo segundo en esta historia. Tengo amigos de todas las razas, incluso un japonés que es sexador de pollos».