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Carlos Torres|ESTRASBURGO
El francés Jimmy Casper, del Cofidis, sorprendió a los grandes especialistas del sprint y se apuntó la primera etapa del Tour de Francia, disputada con salida y llegada en Estrasburgo, en la que el noruego Hushovd acabó con una seria herida en el brazo y el estadounidense George Hincapie se vistió de amarillo. En una confusa llegada masiva, Casper, de 28 años, emergió entre entre los mejores para inaugurar su historial en el Tour. Cubrió los 184,5 kilómetros de recorrido en 4h.10 minutos, por delante del australiano Robbie McEwen (Davitamon) y del alemán Erik Zabel (Milram). El belga Tom Boonen saltó precipitado y no disputó la victoria y Hushovd sufrió un corte en el brazo con la bandera de un espectador y llegó con una espectacular herida en el brazo derecho. Los españoles se metieron en la batalla final, así Isaac Gálvez entró sexto y el tricampeón mundial Oscar Freire décimo.

Una pequeña bonificación de 2 segundos obtenida en un sprint situado a 9 kilómetros de meta le permitió a Hincapie, amigo del alma de Lance Armstrong y el único que vivió los 7 Tours del tejano, vestirse de amarillo. Hushovd quedó a 2 segundos en la general y otro americano, David Zabriskie (CSC) tercero a 6 segundos. Alejandro Valverde (Illes Balears), mantuvo la quinta plaza también a 6 segundos.

El movimiento en la etapa inaugural de la 93 edición del Tour madrugó bastante. En el kilómetro 3 saltaron Augé (Cofidis) y Sprick (Bouygues) y de inmediato se juntaron Vaugrenard (Francaise), Nicolás Portal (Balears), Unai Extebarria (Euskaltel), Walter Beneteau (Bouygues) y Fabian Wegmann (Gerolsteiner) hasta consolidarse la fuga en el 15.

El pelotón, y en especial el equipo del líder, el Credit Agricole, admitieron el proyecto para no tener que pelearse por las bonificaciones intermedias con los candidatos al maillot amarillo y medir las fuerzas en un sprint masivo.

Con el camino abierto, el equipo de Hushovd asumió el compromiso de evitar que la fuga no se fuera lejos de los 4 minutos. El Quick Step de Boonen y el Milram de Zabel echaron una mano para no quemar a los hombres del noruego, por lo que la táctica estaba establecida en espera del momento del asalto a la etapa.

A falta de 50 kilómetros, y con el Davitamon de McEwen en labores de ayuda, el cronómetro lanzó señales de inquietud a los valientes que abrían carrera, donde los franceses contaban con la mayoría absoluta, trasmitiendo a su afición una ilusión muy necesaria en un momento de horas bajas para el Tour y el ciclismo en general.