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Amador Pons|LONDRES
Rafael Nadal y Roger Federer van ya por su octavo duelo. Equiparable a los enfrentamientos entre Borg y McEnroe, o a los encuentros entre Sampras y Agassi, el jugador mallorquín y el suizo protagonizan hoy un nuevo partido del siglo. Cada choque entre las dos mejores raquetas del mundo se ha convertido en un acontecimiento mundial. Sobre todo desde que el balear se está mostrando implacable con el número uno del mundo. Seis victorias a una es un récord muy doloroso.

Cuando Rafael Nadal era una promesa que buscaba un lugar entre los cincuenta mejores jugadores del mundo y comenzaba a disputar los torneos más importantes del mundo, se cruzó en el Masters Series de Miami de 2004 con Roger Federer en la segunda ronda. Por encontes, el suizo ya había iniciado su reinado, y apenas se permitía perder cinco o seis partidos por temporada. El mallorquín firmó su primer gran partido ante el suizo y se impuso por 6-3 y 6-3. La prensa internacional camufló ese triunfo lanzando la posibilidad de que el helvético estuviera lesionado y hubiera sido una presa fácil para un joven muy ambicioso.

Pasó todo un año hasta que Federer y Nadal volvieron a encontrarse en una pista de tenis, justamente de nuevo en el Masters Series de Miami, aunque en esta ocasión en la final. El mallorquín había ganado ya ese curso dos títulos (Costa do Sauipe y Acapulco, ambas sobre tierra batida), pero que se colara en una final de un TMS sobre pista rápida no entraba en los planes. A pesar de todo, el balear llegó a tener al número uno contra las cuerdas. Se adjudicó los dos primeros sets (6-2 y 7-6) y forzó el tie break en la tercera manga, pero se quedó sin fuerzas y terminó entregándose (6-7, 3-6 y 1-6). Era todavía un «niño».