Nadal y Federer posan en una imagen tomada recientemente.

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Amador Pons (Londres)
No existe otro partido de esta envergadura. No hay otro duelo comparable en el deporte actual. Roger Federer y Rafael Nadal se vuelven a ver las caras. El número uno y el dos del mundo enfrentados nuevamente en una pista de tenis. Esta vez, en el All England Club (15.00 horas, pista central), con el título de Wimbledon en juego. El suizo persiguiendo su cuarto trofeo consecutivo. El mallorquín, con la intención de tomar el testigo de Manolo Santana (campeón en 1966). Un choque tremendo. Un encuentro en el que poco importan los precedentes. Esto va de sentimientos, no de estadísticas.

No podía imaginarse Roger Federer una final más complicada en Wimbledon. Ese mallorquín insolente que lleva un año tratando de arrebatarle el trono de la ATP y que hace tres semanas le impidió completar su Grand Slam (sólo le falta por ganar Roland Garros) amenaza ahora sus récords sobre hierba. El suizo superó en la primera ronda a Bjorn Borg y ha prolongado su récord de victorias consecutivas en esta

superficie hasta los 47 triunfos. Además, ha ganado las tres últimas ediciones de Wimbledon y si hoy ganara podría igualar a Pete Sampras, que se impuso cuatro veces de forma consecutiva (entre 1997 y 2000). Pero a Federer le ha tocado el peor rival que podía imaginar. Rafael Nadal es el único tenista que ha conseguido ganar al número uno del mundo este año -lo ha hecho cuatro veces en Dubai, TMS Montecarlo, TMS Roma y Rolad Garros- y es un adversario que le tiene completamente tomada la medida -le ha derrotado seis de los siete partidos que han jugado-. El suizo juega en la pista que mejor domina, pero es imposible esquivar las dudas. ¿Qué Nadal me voy a encontrar?