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Rafael Nadal tiene claro cuál es su próximo objetivo. El bicampeón de Roland Garros y finalista en Wimbledon ha marcado en rojo el US Open y ha decidido modificar sus planes para tratar de asaltar el último Grand Slam de la temporada. El tenista mallorquín tiene pensado renunciar hoy al Torneo de Stuttgart y probablemente se va a reservar hasta el Masters Series de Cincinnati (14 de agosto). Su intención es llegar en condiciones óptimas a Nueva York para coronarse en Flushing Meadows.

Wimbledon ha vuelto a revolucionar los planes de Rafael Nadal. El jugador balear no deja de superar todos sus límites y en el All England Club se ha sorprendido hasta a sí mismo. Después de revalidar su título en Roland Garros, se fijó un plazo de tres años para ser competitivo en hierba, pero en tres semanas se ha convertido en un especialista. Alcanzar la final en Londres y tutear a Federer era algo que no estaba previsto y que ha provocado que el calendario del mallorquín cambie considerablemente.

Durante esta semana, Rafael Nadal debía estar compitiendo en el Torneo de Bastad, prueba que ya ganó el año pasado y donde esperaba prolongar su impresionante racha de victorias consecutivas sobre tierra batida (60 triunfos seguidos). Pero el cansancio acumulado -llevaba desde el TMS de Montecarlo prácticamente sin parar- y los últimos resultados provocaron que el mallorquín descartara la cita de Suecia.

Hoy anunciará que tampoco asistirá la próxima semana al Torneo de Stuttgart, prueba que también ganó el año pasado, y tiene pensado reservarse hasta el Masters Series de Cincinnati. Esta decisión provocaría perderse también las dos semanas siguientes a Stuttgart sobre tierra batida y al Masters Series de Toronto.

A Nadal no le preocupa en exceso perder puntos ya que prefiere centrarse en el objetivo más importante que queda este curso: el US Open. El jugador balear retomará los entrenamientos el próximo lunes y quiere preparar a conciencia el Grand Slam estadounidense. Para eso va a sacrificar la segunda parte de la temporada de tierra batida, incluso el primer Masters Series de norteamerica.

Durante las primeras semanas va a compaginar los entrenamientos con jornadas libres para conseguir desconectar de la tensión y el cansancio acumulado durante la temporada y a medida que se acerque el mes de agosto intensificará las sesiones y adaptará su tenis a la pista rápida para tratar de sumar su tercer título del Grand Slam en Nueva York.

Toronto va a ser un daño colateral ya que asistir a la cita canadiense significaría estar nuevamente más de un mes sin pasar por la Isla y acumular demasiados kilómetros antes de competir en Flushing Meadows.

El US Open se presenta apasionante. Federer y Nadal están siendo este año nuevamente los grandes dominadores del circuito. Salvo el Open de Australia, donde el balear no pudo acudir por lesión, se han encontrado en las finales de los torneos más importantes del curso. En Roland Garros, Nadal evidenció su superioridad sobre tierra batida. Y en Wimbledon, Federer pudo doblegar al isleño por su mejor conocimiento del tenis sobre hierba. Dentro de un mes y medio, probablemente se encuentren en la final del US Open, está vez sobre un terreno neutral: la pista dura.

Además del último Grand Slam de la temporada se pondrá nuevamente en juego la hegemonía del tenis mundial. Federer sigue siendo el número uno del mundo, pero el balance de los enfrentamientos directos habla de la superioridad de Nadal (ha ganado 6 de los 8 partidos que han jugado). Probablemente se encuentren antes (Cincinnati) y después (en Madrid, París o Shanghai), pero sin duda la cita de Nueva York será especial. Se avecina un nuevo gran duelo.