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El Mallorca ya ha instalado su campamento en Kössen. El equipo de Gregorio Manzano se concentró ayer en el hotel Sonneck de la coqueta localidad tirolesa e inauguró oficialmente el stage en el que pondrá a punto el arsenal de la próxima campaña. El conjunto rojillo, que vivirá rodeado de montañas durante los próximos trece días, aprovechará el inicio real de la pretemporada para ajustar las piezas del nuevo proyecto y cargar las baterías con las que trabajará hasta el próximo mes de junio. A primera hora de la mañana, una expedición formada por 37 personas entre las que sobresalían 25 futbolistas se alojó en la panza de un Air Berlin para trasladarse al corazón del viejo continente y poner rumbo al que será su cuartel general hasta final de mes. En ella destacaban los rostros de las nuevas incorporaciones (Maxi, Varela, Jordi López y Dorado), los de los que regresan en busca de una nueva oportunidad (Delibasic, Ramis o Kome) o los de los más inexpertos, (los canteranos Pablo, Miguel ngel, Ernesto y Juanjo), que con su presencia eclipsaban algunas ausencias significativas. El más añorado de todos era el guardameta Miquel ngel Moyà, que entraba en el quirófano de la Clínica Asepeyo casi al mismo tiempo que sus compañeros se marchaban a Austria.

Faltaba también alguna representación de la cúpula del club, aunque en principio está previsto que el presidente y máximo accionista, Vicenç Grande, viaje mañana a tierras austriacas para pasar el día junto a la plantilla en las instalaciones del Sonneck y presenciar en directo el primer partido del verano. Tras casi dos horas de vuelo en las que el grupo se deleitó con la impresionante estampa aérea de los Alpes, plantilla y cuerpo técnico volvieron a pisar tierra firme en el aeropuerto de Múnich y reanudaron el viaje por carretera, recorriendo a bordo de un autobús los poco más de cien kilómetros que separan la capital bávara del centro neurálgico del stage. A su llegada al lugar de concentración, la delegación isleña recibió las primeras muestras de cariño del pueblo austriaco y fue agasajada por la familia Thaler, propietaria del hotel Sonneck, que lucía ya en su entrada una serie de mensajes de agradecimiento a la lealtad balear en este tipo de viajes. Casi sin tiempo para relajarse, el plantel se refugió en el comedor de su nuevo hogar y después de un par de horas de descanso, se arremangó para empezar a sudar en el Sportscenter de Kössen. El primer objetivo de la estadía se cubrió justo a la llegada. El equipo salió de Mallorca huyendo del sofocante verano mediterráneo y se topó con un clima más suave y agradable al que había padecido hasta ahora en Son Bibiloni. Aunque el sol cayó a plomo en los primeros minutos de la sesión vespertina, la falta de humedad y el bajón posterior de la temperatura aligeró la carga del grupo y favoreció un entrenamiento lleno de ritmo e intensidad en el que Gregorio Manzano empezó a perfeccionar los principales aspectos tácticos que quiere tener listos cuando empiece a rodar el balón, el próximo día 27 de agosto. Hoy, el grupo está obligado a madrugar de nuevo para seguir acumulando kilómetros en uno de los bosques próximos al hotel y machacarse posteriormente en el gimnasio. Por la tarde y cuando el sol empiece a caer, el equipo regresará al terreno de juego para ejercitarse en otros aspectos.