Ayer, la escuadra de Gregorio Manzano se encontró con uno de esos partidos pensados para evolucionar y lo aprovechó llevándose por delante a un rival directo que ahora corre el riesgo de quedarse atrapado en el fango. El equipo rojillo se apoyó en la clase de sus hombres más determinantes para conectar su segunda victoria a domicilio y después de pasar mucho tiempo recluido en el sótano de Liga disfruta de un estado de salud envidiable y unas vistas privilegiadas (0-1).
Lo primero era marcar el terreno y el Mallorca lo consiguió levantando un muro en su mitad del terreno de juego. Sin Ibagaza para indicar el camino y frente a un equipo armado hasta los dientes, Manzano se preocupó sobre todo de cerrar la puerta y cortarle el suministro a los puntas béticos. Y lo consiguió sin demasiados problemas. Los sevillanos eran incapaces de llevar la iniciativa y poco a poco se fueron metiendo en un atasco que el Mallorca rentabilizó sin perder la paciencia.
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