02/01/07 0:00
Miquel Alzamora
Un grupo de aficionados al fútbol quedan para entrenar. Son las cuatro de la tarde. Van llegando, se saludan con complicidad, como en cada equipo. Todos se conocen. Entran en el vestuario, se cambian y empiezan a toquetear la pelota a la espera que los dos entrenadores toquen el silbato que indica que empieza la sesión de trabajo. Todo normal, como en cada equipo mínimamente organizado, todo sólo que la cancha de entrenamiento está instalada en la cárcel de Palma y que ellos son reclusos de la misma.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.