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Mónica Collado|VALENCIA
La famosa respuesta «Majestad, aquí no hay segundo» que un siervo le dio a la reina Victoria cuando le preguntó quién seguía a la goleta América que, en 1851 apabulló a los veleros ingleses en una regata entorno a la Isla Wight, fue el origen de más de 150 años de desafíos y orgullos heridos. La frase forma parte del diálogo que mantuvo la Reina de Inglaterra cuando la regata estaba a punto de terminar y cerca de la meta sólo se veía al barco estadounidense. «¿Quién es el primero?», preguntó la reina Victoria, y un siervo respondió: «El América, Majestad». «¿Y el segundo?», volvió a preguntar la soberana, que sólo obtuvo por respuesta: «Majestad, aquí no hay segundo».

El origen de esta centenaria y prestigiosa competición, una de las más antiguas del mundo, se remonta a la Inglaterra de 1851, cuando el Marqués de Anglesey encargó un trofeo a un prestigioso joyero inglés que lo entregó al Royal Yacht Squadron para que fuera el premio de un torneo náutico. Un grupo de hombres de negocios neoyorquinos encargaron al célebre diseñador de barcos estadounidense Williams H.Brown la construcción de una embarcación, la goleta 'América', que evidenciara su superioridad sobre los barcos de la consagrada marina británica.

El desafío estaba servido. El Conde Wilton, conocedor de la intención de los estadounidenses, invitó formalmente al fundador del Yacht Club de Nueva York, John Stevens, a un enfrentamiento entre su nuevo barco y un grupo de veleros ingleses en la isla de Wight y cuyo premio sería la ya conocida como la «copa de las cien guineas». La victoria de la goleta 'América' fue incontestable y el herido orgullo británico se negó a dejarse apabullar por el sentido práctico de la pujante burguesía estadounidense y pronto les desafiaron para recuperar su prestigioso trofeo.