Sergio Ballesteros se dirige a Arizmendi durante el encuentro ante el Deportivo. Foto: MONSERRAT

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La ciudad deportiva Antonio Asensio empieza a calentarse. La instalación de la carrtera de Sóller ha abandonado su calma habitual para convertirse en una de las capitales de la Liga, en uno de los puntos de los puntos de referencia de la actualidad futbolística. La presencia de medios de comunicación se ha multiplicado hasta colapsar la sala de prensa y los comentarios en torno a las primas a terceros monopolizan las tertulias que se forman junto a los campos de entrenamiento. No es para menos.

El final de la Liga se divisa en el horizonte y el Mallorca tiene mucho que decir antes de que se baje definitivamente la persiana. Tanto, que el nombre del futuro campeón depende de su actuación del domingo en el Bernabéu. Mientras llega el gran momento (domingo, 21.00 horas), los futbolistas rojillos intentan aislarse de la presión que les rodea y tratan de consumir la semana dentro de la rutina habitual, aunque sea prácticamente una misión imposible.

Los miembros de la plantilla empezaron a desfilar ayer por la tribuna de oradores para explicar sus sensaciones de cara al encuentro y algunos, como Sergio Ballesteros, quisieron marcar muy bien su terreno para evitar suspicacias. Según el central, el equipo balear es lo bastante profesional como para prescindir de los maletines y no precisa ayudas externas a la hora de asaltar el coliseo blanco: «Yo no quiero primas, no las necesito. Lo único que me sirve es defender a mi equipo y que nadie dude de mi actitud», afirma molesto.