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David García|LONDRES
El suizo Roger Federer sufrió ayer en la «Catedral» del tenis para igualar el viejo récord del sueco Bjorn Borg de cinco victorias consecutivas en Wimbledon después de que Rafael Nadal vendiera muy cara su derrota en cinco sets y en tres horas y 45 minutos de una de las mejores finales de los últimos años. Desde el palco, «Ice Borg» daba su aprobación. Había seguido con sumo interés el partido, intercambiando apreciaciones con Manolo Santana, único español vencedor en Londres en el cuadro masculino.

Dicen que su sucesor procede de la misma estirpe que el escandinavo, frío e impasible en los momentos de máxima tensión. Ayer Federer gritó y gesticuló como nunca, se quejó de manera agria al juez de silla y hasta llegó a soltar alguna palabra malsonante. Tras ganar dejó caer unas lágrimas, se sonrió e hizo reír al público cuando le pedían unas palabras para Borg: «¿Qué puedo decirle? Gracias por venir».

A Borg, Federer le parece el mejor heredero imaginable: «Los récords están para romperlos y no podría haber un jugador mejor para conseguirlo. Tal vez lo gane seis o siete veces, quizá ocho». Incluso el sueco fue más allá en sus pronósticos: «Es un jugador muy completo, muy profesional en lo que hace. Tiene los dos pies en el suelo y no muestra debilidad. Si le respetan las lesiones y sigue motivado, será el mejor jugador de la historia».