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Carlos Román |KÖSSEN
Guillermo Pereyra sigue en el punto de mira. Es el único futbolista del Mallorca que sigue pendiente de prorrogar su relación contractual con el club (expira el 30 de junio del próximo año) y a los interrogantes que envuelven su renovación se unen ahora las dudas con respecto a su salida del póker de capitanes. El jugador desveló ayer en el cuartel general del equipo que se le retiró el brazalete durante el pasado invierno por «motivos técnicos» y, aunque reconoce que ha aceptado la decisión, subraya que fue un gesto totalmente inesperado: «Son decisiones técnicas. Yo dejé de ser capitán en Navidad por deseo del entrenador. No sé a qué se debió, pero la noticia me sorprendió mucho», comentaba.

«Desde que llegué al club acaté siempre las órdenes de los superiores y en este caso, Manzano es el que manda», relató. «Ya pasó y a mí nunca me hizo falta el brazalete para tener el respeto de mis compañeros, así que es sólo una anécdota. Sólo quiero jugar y hacer bien las cosas. Nunca he salido del equipo y eso es lo más importante», matiza.

A la hora de analizar su renovación, Pereyra argumenta que las conversaciones se encuentran congeladas, pero confía en que la situación se desbloquee: «Novedades no hay. Sé que hubo otro contacto entre mi hermano Gerardo (su representante) y el club, pero las cosas no ha cambiado demasiado. Ojalá que en el próximo encuentro, si es que lo hay, se acerquen posiciones».