Alberto Contador, en el centro, escoltado por Levi Leipheimer y Cadel Evans, en el podio de los Campos Elíseos. Foto: OLIVER WEIKEN/EFE

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Carlos de Torres |PARÍS
Alberto Contador se coronó en París como el quinto español vencedor del Tour y asumió el cargo de sucesor de Miguel Indurain en la dinastía de campeones una vez disputada la vigésima etapa de 146 kilómetros con triunfo del italiano Daniele Bennati y que sirvió de homenaje al ganador.

Contador tocó el cielo del Tour a los 24 años, doce años después del fin del imperio Indurain. Subió al primer escalón del podio de los Campos Elíseos escoltado por Cadel Evans, y del estadounidense Levy Leipheimer, segundo y tercero respectivamente. La diferencia de 23 segundos sobre el australiano es la tercera más corta de la historia. Lemond le quitó el Tour a Fignon por 8 segundos en 1983 y Koblet a Geminiani por 22 en 1951.

El madrileño se apuntó en el sector dorado del palmarés, el destinado a la alta jerarquía, a la misma edad que Eddy Merckx, Anquetil, Gimondi e Hinault, toda una premonición, y además, junto al amarillo, se llevó el jersey blanco de mejor joven, algo que sólo consiguieron antes Fignon y Ullrich y el primer puesto por equipos.

Contador cogió al vuelo la primera oportunidad de su vida en la Grande Boucle, en una edición marcada por los escándalos de dopaje, las exclusiones y las sospechas, de las cuáles no se salvó el propio ganador, quien se hartó de aclarar que es un corredor «limpio» sólo un año después de su exclusión «por estar en el momento y lugar inoportuno».